El jugador de softbol se salvó en 2011 de ser asesinado junto a tres amigos

La muerte acechaba a Moisés David Lugo Vílchez (34); sus antecedentes por homicidio, robo y tráfico de estupefacientes en 2006, presagiaban su destino. En 2011 le dispararon 32 veces a su Toyota 4Runner, placa AD674BV, en compañía de Gustavo Fernández (38), otro amigo de apellidos Ramírez Palmar y una fémina. Al salir de un restaurante en el sector Paraíso de Maracaibo. Una bala le rosó el cráneo.



El pasado 29 de octubre de 2011, Moisés David salió del local, en la calle 73 con avenida 16B, a las 5.50 de la tarde y desde un Ford Fusión gris oscuro, placa LDX-87X, les dispararon tres delincuentes con pistolas nueve milímetros y selector de tiro.

En medio de la balacera Moisés y sus amigos se refugiaron detrás de otro vehículo, sacaron sus pistolas y se defendieron. Tres balas alcanzaron a Fernández y nueve a Ramírez Palmar, mientras que Lugo brotaba sangre de una pequeña herida en la cabeza. Los atacantes huyeron en otro vehículo que los buscó y las víctimas abordaron la Toyota para ir hasta el Hospital Universitario de Maracaibo (HUM).

En la emergencia del centro médico intervinieron quirúrgicamente a los heridos. Gustavo Fernández murió cuatro horas más tarde; Ramírez Palmar estaba estable, mientras que a Moisés lo dieron de alta la misma noche del atentado.
 
La 4Runner de Moises en el estacionamiento del HUM en 2011. Foto: Archivo NAD

Moisés David era natural de Cumaná, en el estado Sucre, trabajaba como jefe de obras y vivía actualmente en la urbanización Nueva Miranda, en Los Puertos de Altagracia, del municipio Miranda, en la Costa Oriental del Lago.

Esta tarde, el experto en obras, disputaba un juego de softbol en el estadio gremial, Profesor Luis Medina Madriz, dentro de La Universidad del Zulia, en el área de Humanidades, con el equipo Los Puertos ante Santa Mar. El juego estaba por terminar cuando tres asesinos lo acribillaron a tiros delante de su familia y amigos.

Los presentes corrieron para el monte de la casa de estudios, otros se refugiaron bajo las gradas y al ver que los sicarios huyeron, solo quedó el cuerpo de Moisés boca abajo, sobre la raya de la primera base, con heridas en la cabeza.


El Cicpc colectó más de 13 conchas de balas percutidas y continúan las investigaciones para dar con el paradero de los asesinos.

Fuente: Noticia al Día

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