Daniel (nombre ficticio) fue entrenado
para ver más allá de las cosas. Camina por las calles mientras detalla,
estudia y analiza las miradas de los que se encuentran en el mismo
lugar, sus movimientos, el comportamiento. Todo esto es determinante
para saber por dónde va a continuar el camino, si da un paso adelante o
retrocede, si seguirá con vida o se convertirá en una víctima.
No
pasa de los 30 años de edad, pero ya es escolta de un alto funcionario
del Gobierno. También es padre y esposo. “Yo estoy muy claro en que si
me toca dar la vida por la persona a la que estoy cuidando, tengo que
hacerlo. Cuando no le cuido la vida a alguien más, tengo que cuidar la mía. Siempre estoy en rojo, siempre estoy alerta”, cuenta.
Los colores forman parte del idioma policial en el que se entienden los funcionarios de seguridad privada. El blanco o transparente se traduce en descuido, el amarillo en “!cuidado!” y el rojo en alerta máxima.
Daniel no baja la guardia ni siquiera cuando abandona sus labores como
escolta y está con su familia. No siente miedo “porque no puedo dejar
que el miedo me domine”, sino preocupación.
“La
delincuencia se le salió de las manos a todo el mundo. Ellos dicen que
existe una guerra contra nosotros. Yo no lo veo como una guerra. La vida
decidió enfrentarnos porque ellos creen en que para conseguir lo que
quieren está la vía fácil, tristemente. En cambio nosotros creemos en el
orden, la justicia y la seguridad”, expresa con voz fuerte y pausada.
Está
consciente de que los escoltas son un blanco principal para la
delincuencia. Sus armas, por lo general pistolas 9 mm, pueden llegar a
costar hasta 400 mil bolívares. Las motos, chalecos, radios y prendas,
también son parte del botín.
“Cada
escolta debe esconder de la mejor manera lo que es. En mi caso, hay un
parque de armas en la que dejo mi pistola cuando termino de trabajar.
Trato de no andar armado después que salgo. Tengo una moto sencilla y
soy muy cuidadoso con mis rutinas”, relata Daniel. La norma es:
discreción.
Saber muy bien qué se
dice y a quién se le dice. Una vez que inició el curso de adiestramiento
como personal de seguridad, Daniel sabía que debía dejar de ir a los
sitios que frecuentaba y cambiar de amistades. Mantener una fachada al
hablar de “un trabajo falso” para que la gente no preguntara más de la
cuenta. “Cualquiera por envidia te puede echar una broma”.
—¿Cómo vives sabiendo que en cualquier momento pueden asesinarte para robarte o por proteger a alguien más? —
—Cuando
estás en el entrenamiento debes prestar atención a cómo te sientes. Si
estás incómodo o sientes debilidad, esto no es lo tuyo. Nosotros somos más fuertes que nuestras emociones.
Están matando a nuestra familia, porque esos escoltas que asesinan son
nuestra familia también, pero el miedo no nos puede dominar—, responde.
Cuatro escoltas asesinados en lo que va de junio
Carlos Manuel Pulgar Siso, de 29 años de edad,
formaba parte de la familia de escoltas a la que pertenece Daniel. Fue
asesinado a las 6:30 de la mañana de este 26 de junio en el Túnel de La
Planicie, en el centro de Caracas por cuatro hombres que lo
interceptaron. Un tiro en la cabeza y otro en el pecho fue la sentencia
que recibió al negarse a entregar su arma de reglamento con la que
protegía a la segunda vicepresidenta de la Asamblea Nacional, Blanca
Eekhout.
“Uno ve eso de las muertes
en las noticias y cree que es mentira, hasta que le pasa a uno. Entonces
se da cuenta de lo dura que es la realidad. Mi hijo iba a llevar a su esposa al trabajo y lo mataron“, declaró Manuel Pulgar al diario El Universal.
Treinta
y dos horas antes había sido asesinado el supervisor jefe de
Policaracas, Maiker José Vásquez Caraballo, de 39 años de edad, quien
también era asistente personal del diputado Freddy Bernal. Los hombres
de civil y con chalecos antibalas que lo interceptaron en el semáforo
del distribuidor La Yaguara le dispararon cinco veces en la cabeza para
luego llevarse su pistola y una cadena de oro.
El
diario El Nacional reseñó que el pasado domingo 21 de junio fueron
asesinados dos escoltas en menos de cuatro horas. El exfuncionario de
Polibaruta, Eduard Arratia (25), conducía por el sector El Observatorio
de la parroquia 23 de Enero para celebrar el día del padre con su
suegro. Fue interceptado por motorizados que le dispararon y quisieron
quemar su cuerpo.
A las 7:00 de la
noche de ese mismo día, el escolta privado Kenny Danni Rodríguez García
(32) perdió la vida tras recibir ocho disparos. El hecho ocurrió en el
kilómetro 3 de la carretera Mamera mientras manejaba su moto. Los
asesinos se llevaron todo lo que cargaba.
En lo que va de año han sido asesinados 25 escoltas a nivel nacional, de acuerdo con K. Barreto, director de la Organización OPI C.A. (Adiestramiento y Protección VIP).
Vanessa Arenas / @VanessaVenezia
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