Con el parlamento y el partido de Gobierno en su puño, el militar retirado Diosdado Cabello logró relucir entre las figuras clave del poder en Venezuela y quedó mejor parado para ser un eventual delfín de Hugo Chávez, que en su convalecencia debe echar mano de figuras para seducir a las masas.
El ascenso de este pragmático político de 48 años es un fenómeno seguido de cerca por propios y extraños, mientras arrecian las especulaciones sobre la salud de Chávez, que sigue batallando contra el cáncer a siete meses de las elecciones presidenciales.
Chávez nombró este año a Cabello presidente de la Asamblea Nacional y le delegó las riendas del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) pese a la resistencia de otros chavistas que advirtieron sobre la concentración de poder, y aún cuando pesan sobre él denuncias de corrupción.
El viernes, cuando el mandatario retornó a Venezuela tras haber sido operado en Cuba de un nuevo tumor, Cabello lo esperaba a las puertas del avión para recibirlo y al día siguiente volvió a aparecer junto al mandatario en el “balcón del pueblo” para darse un baño de popularidad.
Un ex ministro y cercano colaborador del Gobierno dijo que no es sorpresa que Cabello -que ha ocupado la vicepresidencia, cinco ministerios y otros cargos relevantes- tome esta relevancia.
“Es cierto que ha tomado protagonismo, pero para eso fue designado por el Presidente. (El vicepresidente) Elías (Jaua), en cambio, es el gestor, Diosdado el agitador de masas”, señaló.
La astucia política de Cabello y la habilidad que demuestra en la tarima eclipsan a Jaua, que en las últimas semanas se limitó a cumplir las órdenes que dio Chávez desde La Habana, y también al canciller Nicolás Maduro, que estuvo en Cuba ocupándose de los asuntos del mandatario.
Algunos analistas han identificado también a Jaua y a Maduro como posibles sucesores, pero el Presidente anunció que deberán abandonar pronto sus cargos para ser candidatos en dos de las más importantes gobernaciones del país.
PUÑO DE HIERRO
Con la disciplina aprendida en sus cuatro años en el Ejército, Cabello se encarga de poner en marcha la “aplanadora” que el oficialismo tiene en la Asamblea Nacional y llenar de simpatizantes las calles del país, una tarea que estuvo reservada casi exclusivamente a Chávez.
Sostuvo las riendas del PSUV con mano firme al promover la suspensión del gobernador José Gregorio Briceño, quien se había convertido en un oponente en su natal estado Monagas, luego de que el político criticara el manejo que le dio el Gobierno a un derrame de crudo en su territorio.
El propio Chávez aplaudió la decisión de Cabello y llamó “traidor” a Briceño, asegurando que se convertirá en “polvo cósmico” y desaparecerá del mapa político venezolano.
“Nos acusan de malandros, de hediondos, de mal vestidos, no podrán contra la dignidad de un pueblo que está con el comandante Chávez y la revolución bolivariana”, dijo la semana pasada ante miles de seguidores un Cabello de verbo encendido.
En ese momento, la multitud reunida en el suroccidente del país se atrevió a gritar “viva Diosdado”, después del habitual “viva Chávez”.
La relación entre Chávez y Cabello es estrecha y de larga data, ya que los dos participaron en una revuelta militar en febrero de 1992 y fueron apresados tras fracasar en su intento por derrocar al entonces presidente Carlos Andrés Pérez.
Una década después, siendo vicepresidente, Cabello tomó la presidencia por un día y organizó un comando de elite para rescatar a Chávez desde una base naval y regresarlo al poder, tras un fugaz golpe de Estado.
Ahora Cabello parece salir nuevamente al rescate de Chávez al liderar un grupo de choque contra la oposición, que se ha fortalecido en torno a su candidato único Henrique Capriles, que busca en los comicios de octubre quebrar 13 años consecutivos del carismático líder en el poder.
CABALLO DE BATALLA
Chávez encarará la campaña mientras se somete a radioterapia, un tratamiento que para muchos médicos y analistas le obligaría a ceder espacio a hombres como Cabello en recorridos y actos masivos.
Sin embargo, expertos como George Cicciarello-Maher, profesor de Drexler University en Filadelfia y autor del libro “We Created Him: A People’s History of the Bolivarian Revolution” afirman que el nombre de Cabello “siempre ha salido de la boca de la gente con cierta amargura”.
“Dicen que Diosdado es el hombre que el presidente más quiere ahora, pero no sé, también he escuchado algunas cosas feas de él, que se cree demasiado”, dijo Juan Vázquez, un obrero de 26 años, desde la ciudad de Cabimas, un bastión chavista ubicado en el estado Zulia, gobernado por la oposición.
Su estilo confrontacional, su camaleónico pragmatismo y la transformación que ha sufrido desde que comenzó en el Gobierno son las razones que aducen muchos analistas para explicar la relación de poder intermitente que Cabello ha tenido con Chávez.
“Los revolucionarios de base no confían en él”, sostuvo Cicciarello-Maher.
El grupo del candidato presidencial opositor Capriles ha hecho duras denuncias de corrupción en su contra tras el paso de Cabello por la gobernación del estratégico estado Miranda, el segundo más poblado del país.
“Hasta los bombillos de las oficinas se llevaron. No dejaron nada. Claro, denunciamos todo esto con muchos detalles, pero no ha pasado nada en ninguna instancia”, dijo Capriles a Reuters. Cabello niega las acusaciones.
UN HOMBRE DE PODER
Una fuente cercana al círculo de Cabello dijo a Reuters que este podría ser el momento de mayor exposición pública para el político, que inició su meteórico ascenso en 1999 al frente del organismo que regula las telecomunicaciones, tras colaborar en la campaña que llevó a Chávez a ganar las elecciones de 1998.
Luego de una gestión en la que cosechó amistades del lado de la empresa privada, Cabello se transformó en un fiero defensor de las políticas más radicales de Chávez -expropiaciones, politización sindical y cerco a medios de comunicación- tras su paso a la Secretaría de la Presidencia y la Vicepresidencia.
Cabello ha sido ministro de la secretaría de la presidencia, vicepresidente, ministro de Interior, ministro de Infraestructura, gobernador de Miranda, ministro de Obras Públicas y ministro de Telecomunicaciones.
Una década después, su nombre es el único que aparece al lado de Chávez en el organigrama del PSUV.
“Diosdado es visto dentro del chavismo como una de las pocas personas capaces de controlar tanto a las Fuerzas Armadas como a los grupos armados, considerados anárquicos”, dijo la fuente cercana a Cabello, admitiendo que uno de sus puntos débiles son las acusaciones de corrupción que pesan en su contra.
Además de tener influencia sobre la dirigencia política -buena parte de los gobernadores y alcaldes del oriente del país son sus seguidores- el Poder Legislativo, el mundo militar y el Gabinete, a Cabello se le atribuye un amplio poder económico.
“Diosdado va en ascenso y va con todo. Aunque Chávez le cortó las alas antes, ahora no está en posición de hacerlo”, aseguró la fuente.
REUTERS
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