A punto de
finalizar la década marcada por los ataques terroristas del 11-S y la
posterior guerra en Afganistán, se hace necesario un análisis
equilibrado de la situación actual de Al Qaeda, y del grado de amenaza
que puede seguir representando para España, los países de nuestro
entorno inmediato, y a nivel mundial.
Terrorismo sin fronteras
cubre esta necesidad. Expertos españoles y extranjeros exponen los
resultados de investigaciones en capítulos breves, sólidamente
documentados, y con lenguaje claro y accesible.
Lejos de
los dos extremos en que caen algunos análisis del tema (alarmismo o la
minusvaloración de este tipo de amenazas), el libro proporciona un
análisis ponderado y esclarecedor de realidades complejas, que
permitirán al lector comprender la relevancia para España de la actual
situación en Afganistán y Pakistán, las razones del fracaso de Al Qaeda
en Irak, y la actividad de las redes yihadistas en escenarios tan
diferentes como el Magreb y América Latina.
La obra completa el panorama
con el estudio de la respuesta articulada a nivel internacional frente
al terrorismo, su compatibilidad con la legalidad internacional y los
Derechos Humanos.
La calidad
y rigor de sus contenidos, y el carácter penetrante y sugerente de sus
argumentos, la convierten en una obra que resultará indispensable para
quienes deseen obtener un conocimiento profundo sobre el fenómeno
terrorista y aprender a formularse las preguntas adecuadas.
Sobre el empleo de mujeres en atentados suicidas
A raíz de los atentados en el metro de Moscú, el IPT
ha publicado un breve análisis sobre los atentados suicidas cometidos
por mujeres. Algunas de las ideas más interesantes son las siguientes:
-
No se
trata de un fenómeno novedoso, ni ligado exclusivamente a las
organizaciones terroristas chechenas, ni incluso a grupos de inspiración
religiosa. El primer atentado suicida perpetrado por una mujer se
produjo en abril 1985 en Líbano y desde entonces otras 262 mujeres han
cometido ese tipo de acciones.
-
El perfil
es muy amplio. Habitualmente son jóvenes (entre 17 y 24 años) pero el
margen de edad llega hasta los 64. Su extracción social también es
variada, muchas eran de clase media y habían realizado, o estaban
realizando, estudios universitarios.
-
Su acción
puede obedecer a diferentes motivos: desde radicalismo religioso o
político, hasta venganza por la muerte del marido o de un hijo.
-
La
organización terrorista que ha realizado un mayor número de atentados
suicidas protagonizados por mujeres son los Tigres Tamiles, en Sri
Lanka.
Además de
lo expuesto en el análisis del IPT, conviene señalar dos breves apuntes.
En noviembre de 2005, las fuerzas de seguridad marroquíes
desarticularon una red yihadista liderada por Khaled Azig y Mohamed
Reha. El grupo se dedicaba principalmente al reclutamiento de
voluntarios para la lucha en Irak. No obstante en su declaración Mohamed
Reha admitió que había entrado en contacto en Bélgica con un grupo de
mujeres (esposas de individuos que en ese momento combatían en Irak)
dispuestas a cometer atentados suicidas en Europa.
Mohamed
Reha comunicó esta noticia a su coordinador con Al Qaida (un tal Abu
Bashir) que acogió con interés la iniciativa. Sin embargo, la operación
no llegó a concretarse y poco tiempo después Azig y Reha fueron
detenidos. Este suceso demuestra que Al Qaida central también se ha
planteado utilizar a mujeres en atentados suicidas
Por su
parte, la filial de Al Qaida en Irak ha recurrido en más de una decena
de ocasiones al empleo de mujeres, entre las que se incluye Muriel
Degauque, una belga conversa al islam radical que cometió un atentado
suicida contra un convoy militar el 9 de noviembre de 2005. Ese mismo
día Al Qaida en Irak ejecutó otro atentado simultáneo contra tres
hoteles en Amán (Jordania). Uno de los cuatro operativos era también una
mujer, Sajida Mubarak Atrous al-Rishawi, cuyo explosivo no detonó y que
estaba casada con uno de los tres suicidas que participaron en aquella
acción terrorista.
La intervención militar en Malí y el terrorismo en Europa. Un análisis crítico
En los
últimos días se ha hablado repetidamente del peligro que entraña para la
seguridad del territorio europeo el control del norte de Malí por parte
de grupos yihadistas. En teoría habría al menos dos motivos que
justificarían dicho análisis:
-
La existencia de campos de entrenamiento
permite que los yihadistas que deseen atentar en Europa adquieran las
competencias necesarias para ello, competencias que en el mundo real no
se consiguen participando en foros web o leyendo los últimos números de
la revista Inspire. La existencia de un santuario yihadista
podría convertirse en un polo de atracción de voluntarios extranjeros,
tal como sucedió antes del 11-S en Afganistán, y posteriormente en
Pakistán.
-
Desde la
transformación del Grupo Salafista por la Predicación y el Combate
(GSPC) en Al Qaeda en las tierras del Magreb Islámico (AQMI) la
propaganda de la organización ha aumentado las menciones amenazadoras contra Francia y, en menor medida, contra España. No obstante, el análisis empírico de la propaganda de AQMI (pulsar aquí para descargarlo) demuestra que, tras la vinculación con Al Qaeda, la organización continuó centrando su atención en el teatro de operaciones argelino, sin que el compromiso con los objetivos globalistas de Al Qaeda fuese tan fuerte como a primera vista pudiera padecer.
Ahora
bien, si examinamos con detalle el comportamiento del GSPC/AQMI en lo
que se refiere al terrorismo yihadista en el territorio de Europa
Occidental durante el periodo temporal 2001-2012, comprobamos que los resultados no avalan de manera rotunda el análisis inicial que acabamos de esbozar.
Gráfico 1. Vinculación de incidentes terroristas con organizaciones yihadistas(2001-2012)
La
gráfica 1 recoge la distribución temporal de los incidentes vinculados a
grandes organizaciones yihadistas, acaecidos en el territorio de Europa
Occidental entre los años 2001 y 2012 incluidos. El término 'incidente'
abarca los atentados terroristas ejecutados con éxito, los ejecutados
de manera fallida, y los complots terroristas desarticulados a tiempo.
De los 100 incidentes contenidos en la muestra de estudio, en 51 casos
el grupo individuo que los protagonizó no se encontraba claramente
vinculado a una 'organización madre'. En 49 sí que lo estaba. Son los
que aparecen en la gráfica citada. En este artículo (pulsar aquí para descargarlo) puede encontrarse información desagregada sobre los incidentes hasta el año 2010.
Los resultados son contraintuitivos.
En teoría el periodo temporal 2007-2012 (que coincide además con la
transformación del GSPC en AQMI) tendría que acumular más incidentes
terroristas que el periodo anterior. Sin embargo, es justo lo contrario.
Algo similar sucede con el paso por campos de entrenamiento
o frentes de guerra por parte de aquellos que han participado en
incidentes terroristas en Europa. La gráfica 2 muestra la distribución
de los 38 casos de la muestra objeto de estudio donde esta variable
tenía valor positivo.
Gráfico 2. Paso por campo de entrenamiento o frente de conflicto armado (2001-2012)
Como
podemos observar, el principal lugar de destino ha sido Pakistán,
seguido por Afganistán (por individuos que estuvieron allí antes de los
atentados del 11-S). Sólo existe constancia de un caso donde uno de los implicados en la célula hubiese pasado antes por un campo de entrenamiento terrorista en Argelia
(el del grupo que pretendía atentar contra diversos objetivos en
Francia e Italia, incluido el metro de Milán, desarticulada en marzo de
2006). No existe ni un sólo ejemplo de paso por un campo de
entrenamiento en el Sahel. Y ello a pesar de que el GSPC/AQMI mantuvo
activos dichos campos en la Cabilia argelina y que AQMI también ha dado
entrenamiento en ellos en el Sahel.
¿A qué se debe esta pérdida de protagonismo de AQMI en el panorama terrorista europeo? Como respuesta planteamos tres hipótesis:
a) La infraestructura de AQMI en Europa se ha visto seriamente debilitada por la acción policial. Como consecuencia cada vez tiene menos capacidad para organizar atentados terroristas.
b) La
infraestructura de AQMI en Europa sigue desarrollando actividades
logísticas (principalmente en materia de financiación), pero sus
miembros y colaboradores no están dispuestos a embarcarse en los proyectos terroristas que les proponen los dirigentes de la organización al otro lado del Mediterráneo por temor a ser detectados y detenidos.
c) AQMI cuenta con una infraestructura en Europa que permitiría poner en marcha proyectos terroristas pero hasta ahora sus líderes no han tratado de activarla
por temor a perder las células europeas (dedicadas a funciones
logísticas) en la respuesta policial que seguiría a un atentado
terrorista.
Cualquiera
de las tres hipótesis es plausible.
También lo es una combinación de
alguna de las dos primeras con la tercera: que el núcleo duro de AQMI en
el norte de África no haya podido ni haya tenido especial interés en
atentar en Europa.
Según los datos ofrecidos anualmente por las memorias de Europol, entre octubre de 2005 y diciembre de 2011 se ha detenido a 1.139 individuos
presuntamente vinculados al terrorismo yihadista en Europa, cifra que
no incluye las operaciones policiales efectuadas en Reino Unido. De esa
cantidad 485 han sido arrestados en Francia, país donde se asienta la principal comunidad argelina en Europa y donde es de suponer que AQMI goce de mayor presencia.
El
radicalismo yihadista es un fenómeno minoritario, y entre quienes
simpatizan con él son aún menos los que se comprometen operativamente
con su práctica. Por ello, las cifras brutas que recogen los anuarios de
Europol permiten hacerse cierta idea del desgaste que ha sufrido el
entramado yihadista en suelo europeo. Una circunstancia que dota de
credibilidad a las hipótesis planteadas (tanto a la primera, como a las
otras dos por temor a las operaciones policiales que seguirían a un
atentado), aunque la opacidad propia de las actividades terroristas
impida que con la información disponible en fuentes abiertas podamos
decantarnos con seguridad por alguna de ellas.
Pero, en cualquier caso, lo que pretendemos resaltar con los datos mostrados en los gráficos 1 y 2 es que la
lógica según la cual el santuario yihadista en el norte de Mali
incrementa la amenaza terrorista en Europa no es tan lineal como a
primera vista pudiera padecer. Evidentemente, la tendencia
mantenida hasta ahora podía cambiar sin previo aviso (y en ese caso el
dinero obtenido en el Sahel y los campos incrementarían la amenaza
planteada por AQMI) y también es preferible que los yihadistas no
controlen ningún territorio a que sí lo hagan. Pero a la hora de
calcular la proporcionalidad política y los efectos no queridos de una
estrategia dirigida a acabar con el santuario yihadista, la no relación
directa entre la existencia de un santuario yihadista en el norte de
Mali y la amenaza terrorista en Europa era un factor a tener en cuenta,
al menos hasta hace quince días. Dicho de otro modo: lo ideal habría
sido que hubieran protagonizado la operación militar los países vecinos a
Malí. Ellos son los primeros interesados en evitar la inestabilidad
irradiada por la actividad yihadista en el norte de aquel país.
Ello nos
lleva a la siguiente cuestión, ¿qué supone la intervención militar
liderada por Francia en términos de amenaza terrorista en Europa?
En nuestra opinión la operación francesa incrementa dicha amenaza por dos razones:
-
En caso de que la tercera de las hipótesis planteadas fuese la única correcta, la cúpula de AQMI podría modificar su cálculo estratégico
al considerar que un atentado contra la población civil en suelo
francés debilitaría el apoyo social a la intervención militar. Si esto
es así, cabría esperar un incidente terrorista en Francia -o en otro
país que esté apoyando el esfuerzo militar galo, pero en este caso el
impacto sobre las operaciones militares sería menor- en las próximas
semanas o meses. Recordemos, dicho incidente podría tener la forma de
complot terrorista desarticulado a tiempo, atentado ejecutado con éxito o
atentado fallido. En caso de que éste no se produzca habrá motivos más
que sobrados para pensar que la infraestructura de AQMI en Europa está
seriamente deteriodada
-
Tanto la
intervención militar, como las declaraciones políticas al respecto que
tildan a los adversarios de extremistas islámicos (con razón), están elevando la estatura de Al Qaeda en el Magreb y de sus aliados
en el norte de Malí (Ansar Al Dine y MUJAO). Dichas circunstancias
aumentan el interés de los simpatizantes yihadistas asentados en Europa
por estos grupos. Lo cual podría traducirse en el intento de ejecutar
atentados por cuenta propia (células independientes y 'lobos
solitarios') para apoyar a los radicales de Malí desde la retaguardia
europea o en el deseo de contactar con esas organizaciones para recibir
entrenamiento en el Sahel. Afortunadamente, todo esto no es tan sencillo
como parece. Las células independientes y los lobos solitarios suelen
carecer de las competencias necesarias para planificar y ejecutar
atentados terroristas complejos (otra cosa es si optan por crímenes más
simples). Y, por otro lado, es dificultoso ganarse la confianza de esos
grupos (que recelan de los voluntarios extranjeros sin referencias por
temor a que sean informadores de los servicios de seguridad), además de
trasladarse y unirse a ellos en África.
Todo esto no quiere decir que la intervención francesa no esté justificada.
No haber hecho nada, cuando hace apenas una semana los yihadistas
amenazaban la capital y el sur de Malí, habría sido peor por múltiples
razones (ampliación del santuario yihadista al conjunto de Malí, éxodo
de refugiados, exportación de la inestabilidad hacia países vecinos,
etc). Lo que sí cuestionamos en este análisis es que prevenir el terrorismo yihadista en Europa hubiera sido un motivo suficiente para una operación militar tan visiblemente occidental en ese escenario.
Los
problemas venían de lejos. La pobreza endémica del país, la debilidad de
las estructuras estatales, la incapacidad del propio régimen de Bamako
para gestionar adecuadamente el malestar de los tuareg, las redes de
tráfico ilícito, la corrupción y, en particular, los retrasos
acumulados en la formación y entrenamiento de la fuerza de intervención
africana que pretendía desalojar a los yihadistas.
El tiempo
perdido desde que los radicales se hicieron con el control del norte de
Malí a comienzos del año pasado ha permitido que los yihadistas tomaran
la iniciativa con la ofensiva hacia el sur, que ha forzado una respuesta
militar demasiado explícita por parte de Francia.
Ahora que los acontecimientos se han precipitado y que, en consecuencia, se ha incrementado la amenaza terrorista en Europa ya no queda más remedio que acabar la tarea iniciada y debilitar al máximo a los grupos yihadistas que operan en la zona.
Desde el punto de vista de la prevención del terrorismo, a España le
interesa mantener un perfil bajo en el apoyo a las operaciones militares
(al igual que al resto de países europeos).
Presumiblemente los
yihadistas irán perdiendo las poblaciones que ocupaban hasta ahora, pero
con el tiempo tratarán de debilitar a la fuerza desplegada mediante
acciones de guerrilla y procurarán volver a la población en contra de
los soldados extranjeros.
Es de suponer que Francia intentará transferir
lo antes posible el grueso del esfuerzo y de la visibilidad a las
tropas africanas y, en especial, al reconstruido ejército de Malí.
Veremos cómo se conjuga ese proceso con la degradación efectiva de las
redes yihadistas en el Sahel.
Mientras tanto el incremento de la amenaza
terrorista en el Viejo Continente, derivado de la intervención militar
supondrá un test de estrés del entramado radical en suelo europeo, así como de la eficacia de los servicios de inteligencia y policiales.
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