Tres lustros al frente de Acción Democrática lo
han convertido en blanco de ataques e intrigas. Con su verbo destemplado
y su uso fácil de calificativos, se permite la carcajada cuando
responde a oponentes. Niega ser el mandamás de la MUD o tener acuerdos
con el Gobierno, y dice que vienen tiempos de convivencia. No le toquen
la campana.
El “partido del pueblo” cumplió 74
años el pasado 13 de septiembre. Un largo trecho recorrido. Estos
últimos 15 años las riendas de Acción Democrática (AD) las ha llevado,
con mano firme, su actual secretario general: Henry Ramos Allup.
Valenciano, abogado y adeco, ha hecho vida parlamentaria desde que
estaba muy joven como diputado por Carabobo, para luego llegar al
antiguo Congreso y a la Asamblea Nacional, y también al Parlamento
Latinoamericano, donde nunca se incorporó para atender el partido y las
relaciones con la Internacional Socialista de la que desde hace dos
años funge como Vicepresidente. Uno de sus logros, sin duda, pues el
partido blanco estuvo a punto de ser expulsado.
Ramos Allup es rápido, inteligente, divertido, leído y culto. Es autor de Reflexiones sobre el liberalismo
(Nueva visión, 2007), un libro con gran acogida académica donde “devela
un elemento esencial: el liberalismo es una reformulación
revolucionaria de las relaciones entre el ciudadano y el poder. No una
teoría económica como cree una generalidad de comentaristas denominados
liberales”, según reseñó Carlos Raúl Hernández en 2008. Ahora, el
político está por terminar otro libro sobre el populismo.
En su esfera personal, se ríe con frecuencia, sin la rudeza que se le
conoce frente a las cámaras y en el debate público. Sin guabineos
afirma, en su desordenada biblioteca -“se lo he dicho una y mil veces a
Diana (D’Agostino, su esposa), que no me ordenen nada”-, que los errores
de cuarenta años no fueron los que trajeron a Hugo Chávez. Hacerle eco a
ese discurso, sin hacer un balance de aciertos y errores, le parece
equivocado. “Si aceptamos como válido que cada gobierno es consecuencia
del precedente, tendríamos que aceptar que el gobierno que viene será
peor que éste”.
Ramos Allup genera reacciones de amor y odio, de odio y amor. Por eso
los mismos que se quejan con el “hasta cuándo él” terminan
aplaudiéndolo cuando llega a Miraflores y les canta cuatro a Nicolás
Maduro y a Diosdado Cabello, como aquel día de 2014 cuando lanzó el “no
me toque la campana” que paralizó al vicepresidente Jorge Arreaza. El
hastío entonces se convierte en admiración, en el sempiterno “éste sí
que tiene bolas”.
Hasta un reggaetón le armaron con la frase dicha
frente al lobo. Y no fue el primero, porque aún se recuerda la “Changallup” construida a partir del “no me vas a provocar” (que alguna vez hasta usó como ringtone
de su celular). Una de las fuentes consultadas dice que es el resultado
de una personalidad fuerte y una inteligencia por encima del promedio
del político latinoamericano. Es muy culto, muy hábil, muy astuto y muy
taimado. Conoce muy bien el manejo de la política. Se ha encontrado
frente a una generación de nuevos políticos que tienen un poco el
“complejo de Adán” –creen que el mundo empezó con ellos- y eso le da a
Henry una ventaja estratégica enorme.
Ser
Secretario General de un partido como Acción Democrática en estos
momentos no es poca cosa. Ramos Allup dice que pagó las deudas y redujo
una nómina de 180 personas a 14 en la Casa Nacional. No hay escoltas, ni
choferes, ni guardaespaldas. Sostiene que no le perdonan que haya hecho
cumplir los estatutos, acabar con los “vitalicios” o dejar que los
municipios escojan sus postulados sin la imposición de la dirección
nacional. “Henry es una persona totalmente entregada a AD y uno como
militante lo puede criticar por otras cosas, pero no por esa. Yo le
critico la falta de democracia interna, el quedarse tanto tiempo en el
puesto de Secretario General. Ni Alfaro (Ucero), ni Paz Galarraga, ni
Manuel Peñalver, que tuvieron mucho poder, estuvieron más de doce años”,
cuenta un adeco que decide proteger su identidad.
Mientras Ramos Allup asegura que se hizo cargo del partido cuando
echaron a correr ciertos dirigentes “históricos” luego del triunfo de
Chávez, le salen críticos acérrimos, como Raimundo Noel, secretario
juvenil y político de AD en Baruta hasta 2014: “Cuando el año pasado
Octavio Lepage dijo que ‘Henry Ramos es el chavecito de Acción
Democrática’ yo lo apoyé vía Twitter. Es un déspota. Si no eres un
incondicional, si eres un disidente, si tienes opinión propia, te saca
del partido, como ha hecho con todo aquel que ha opinado distinto a él.
Es un dictador. En AD las elecciones no son limpias”.
Ramos Allup reacciona distendido, y pone su foco en el veterano y no
en el muchacho. “Ellos abandonaron el partido en la mala, porque
mientras fuimos gobierno hicieron y deshicieron sin dar paso a nadie. Ciertamente, ni me quieren ni los quiero.
Tienen que combatirnos porque nuestra presencia aquí en las duras es la
prueba de que ellos echaron a correr. Nosotros no dejamos que AD se nos
muriera a pesar de que ellos la dejaron boqueando”, lanza orondo
afirmando que ha sido electo como Secretario General por la base tres
veces en diez años. “Ahí están los resultados en el CNE y nunca han sido
impugnados”.
Otra fuente anónima reconoce “su dedicación por el partido” y la
retrata en los horarios: “a las 5:30 de la mañana está sentado en su
escritorio en AD, es uno de los políticos que más trabaja”. Pero tal
entrega no ha podido evitar problemas internos, divisiones y hasta
pérdida de espacios electorales. Al menos, según denuncia una fuente
interna de la tolda opositora que pide no develar su identidad. “Henry
tiene la culpa de que se haya dividido el partido: Un Nuevo Tiempo y
Alianza Bravo Pueblo eran parte de Acción Democrática”. Otro
militante recuerda que cuando se instaló en 2001 la primera Asamblea
Nacional bajo la Constitución vigente, AD era el primer partido de
oposición: tenía 32 diputados, 2 gobernaciones y más alcaldías que el
MVR. “En ese momento Henry era presidente del partido y dos años después
se convirtió en Secretario General. De allá para acá, AD nunca ha
ganado una gobernación. En términos de alcaldías, ha estado rayando
siempre entre 17 y 18. Pasó de ser el primer partido de oposición a ser
el tercero dentro de la Mesa, según los resultados de 2010. Cuando uno
revisa los resultados electorales, la tarjeta de AD se ha estancado,
estamos por debajo de los resultados obtenidos en la última etapa de
Alfaro (Ucero)”.
Elvia Gómez, periodista egresada de la Universidad del Zulia (LUZ),
con amplia experiencia en la fuente política y parlamentaria recopilada
en dos décadas de oficio, tiene años conociendo al secretario general de
AD a quien define como “un hombre muy de organización, muy de partido,
muy disciplinado”. Destacado como orador, al frente de los adecos en el
Legislativo se ha convertido “en el mejor jefe de la fracción
parlamentaria de la historia”, según admite el disidente Raimundo Noel,
quien no deja de acusarlo de ser, en paralelo, “el peor Secretario
General de la historia”, entre otras denuncias. Ramos se las toma con
soda. Sabe que el muchacho forma parte del movimiento “La Cabilla” de
militantes críticos. Entre risas, sostiene que “a esas cosas no les
pongo atención porque detractores hay en todas partes” y cree que la web
del grupo de adecos críticos es “un asco. El solo hecho de haber
escogido ese nombre lo dice todo”.
Sin pepitas en la lengua, asume sus errores. El más reclamado es el
de haber llamado a la abstención en las elecciones parlamentarias de
2005, del que hubo muchos responsables. “Nos equivocamos por seguir la corriente de opinión abstencionista.
Hemos debido, como actores políticos, advertir del error. Fue un error y
punto”. Reconoce que los únicos que quisieron participar en las
elecciones fueron Julio Borges, Henrique Capriles y Carlos Ocariz.
Elvia
Gómez recuerda que “el llamado de la abstención en 2005 fue por presión
de los medios, no fue Henry solo. Ahora están venidos a menos, pero en
aquella época tenían mucho poder. La presión que ejercían los medios era
terrible. Pero tuvo la grandeza de reconocer que se equivocó. Él y
Ledezma. Ambos declararon públicamente que se habían equivocado. Fueron
los únicos”.
A Ramos Allup no pocos lo asumen como un todopoderoso de la política.
El informante de nombre reservado no duda en afirmar que “Henry no solo
es el jefe de AD, sino que de facto es el jefe de la Mesa, de Un Nuevo
Tiempo, de Primero Justicia y ahora, de Voluntad Popular”. Desde Marea
Socialista lo acusaron de tener un pacto con el PSUV para mantener la
polarización electoral, y el MIN Unidad lo señala como el secuestrador
de las candidaturas opositoras. La respuesta del abogado es a
carcajadas. “¡Nadie ha secuestrado candidaturas! Si hubiéramos impuesto
candidatos, la unidad no se hubiera dado”.
Pero es una realidad que la
alianza AD-PJ-UNT arrasó en casi todas los circuitos donde hubo
primarias. A Marea Socialista le contesta aludiendo a Nicmer Evans, uno
de sus dirigentes. “Eso que dice es una fantasía. Quien lo excluyó a él
fue su ex-partido, el PSUV. En primer lugar, la MUD no manda a
nadie, mucho menos en el CNE”.
Tampoco al TSJ llega su influencia, a la
que atribuyen el nombramiento de la magistrada Marisela Godoy, militante
adeca confesa. “Ella llegó al Tribunal porque tiene currículo como juez
penal, no porque yo la haya propuesto”, dice Ramos negando que el
también magistrado Inocencio Figueroa haya sido otra “cuota”.
Acción Democrática no ha tenido candidato presidencial propio desde
Claudio Fermín, en 1993. En 1998 abandonaron al “caudillo” Alfaro para
sumarse a Henrique Salas Römer, y desde entonces han bailado pegado con
los abanderados de otros partidos. La reportera Elvia Gómez afirma que
“Henry tiene todas las virtudes para ser un buen Presidente de la
República. Una vez le aconsejé no dejarse marear por los
‘felicitadores’, como los llamaba Pío Gil, porque yo vi la
transformación en Alfaro, que hasta la mirada le cambió”. Dentro de la
tolda blanca hay quienes afirman que Ramos aún se guarda, y lo ven
primero en la presidencia de la Asamblea Nacional.
Pero a él la banda tricolor sí le hace guiños. Admite sus aspiraciones presidenciales,
“pero a mí eso ni me angustia, ni me desespera, ni me perturba. Yo
tengo carrera política desde que tenía 14 años”. Ahora tiene 71 y afirma
que el escenario que viene es de transición. “Nosotros vamos a tener
que convivir, nos guste o no nos guste, con eso que se llama ‘enclaves
autoritarios’, que son las instituciones del antiguo régimen que
persisten hasta el régimen subsiguiente”. Es, a su juicio, la manera de
garantizar gobernabilidad. “No vamos a poner las glándulas por encima de
la inteligencia, ni las arrogancias, ni los inmediatismos. Tenemos que
garantizar la estabilidad y la eficiencia del próximo gobierno. Y eso no
lo vamos a lograr colgando a los chavistas en los postes de las
avenidas.
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