(Francia, 06 de mayo. EFE).- Los investigadores de la colisión del vuelo de Germanwings el pasado 24 de marzo en los Alpes franceses confirmaron hoy que el copiloto, Andreas Lubitz, ensayó la maniobra durante el trayecto de ida de Dusseldorf a Barcelona, pero aseguraron que no podía haber sido detectado.
Ni el resto de los tripulantes, ni el control aéreo francés ni los
ocupantes del avión pudieron darse cuenta de que Lubitz había programado
el aparato para que bajase hasta la altura mínima posible, 100 pies,
unos 30 metros, en cinco ocasiones durante el vuelo, aunque finalmente
corrigió la maniobra.
El director de la Oficina de Investigación y Análisis (BEA), Rémi
Jouty, responsable de las pesquisas técnicas, indicó a un grupo que se
puede concluir que Lubitz “ensayó el gesto que luego hizo en el vuelo fatal”, aunque precisó que todavía es prematuro adelantar los motivos que llevaron a ello.
Ante un grupo de periodistas internacionales, el responsable de esta
agencia francesa detalló los elementos del informe preliminar de la
investigación, publicado hoy, y anunció esta maniobra del trayecto de
ida que había sido previamente revelada por el diario alemán “Bild”.
La información de las cajas negras del avión -encontradas en la
escarpada zona alpina del choque-, cruzada con las comunicaciones con el
centro de control francés, pusieron de manifiesto que Lubitz ensayó el choque voluntario del avión que llevó a cabo horas más tarde en el vuelo de retorno a Düsseldorf.
El aparato, un A320 del fabricante europeo Airbus, había partido a
las 06.01 hora local de la ciudad alemana con destino a Barcelona con la
misma tripulación que posteriormente haría la vuelta.
A las 07.19 el piloto salió de la cabina y, solo en la misma, Lubitz
reguló hasta en cinco ocasiones en apenas cuatro minutos el piloto
automático en posición de 100 pies, la mínima que permite el avión, y la
misma que unas horas más tarde ordenaría al aparato y que acabó en la
colisión.
Esas manipulaciones pasaron desapercibidas para los pasajeros, para
el resto de los miembros de la tripulación y para el control aéreo
francés, puesto que en ese momento el avión se encontraba ya en una fase
de descenso, señaló Jouty.
Los controladores de Burdeos habían ordenado al avión bajar de 37.000 pies a 35.000 pies en un primer momento y
a 21.000 pies posteriormente, por motivos que todavía desconocen los
investigadores del BEA pero que son normales en el tráfico aéreo.
“Esos motivos no son importantes para la investigación”, indicó el director del BEA.
Tras los ensayos, momentos antes de que el piloto volviera a su
puesto de mando, Lubitz volvió a situar al avión en su altura normal,
previa al inicio de la maniobra de aterrizaje, que se produjo sin
problemas a las 07.57 horas.
A las 09.00, el avión despegó del aeropuerto de Barcelona con destino
a Dusseldorf y 41 minutos más tarde se estrelló en la montaña después
de que el copiloto, otra vez solo en la cabina, volviera a dirigirlo a
una altura de 100 pies.
El informe preliminar publicado hoy confirma que Lubitz manipuló de
forma voluntaria el avión para estrellarlo y abre la puerta a la
siguiente fase de las pesquisas, que pasa por “examinar el sistema de
evaluación de actitud de los pilotos” de líneas aéreas, según Jouty.
“Tenemos que tratar de determinar cómo es posible que un piloto con
problemas psicológicos pueda estar en la cabina de mando pese a que hay
todo un sistema de seguimiento”, afirmó Jouty, quien reconoció que hay
“exigencias contradictorias difíciles de conciliar” entre los
imperativos de seguridad que permiten a los pilotos aislarse en la
cabina y los imprevistos psiquiátricos.
0 comentarios:
Publicar un comentario