El presidente de la Federación Venezolana de Fútbol estaba en el hotel Renaissance de Zúrich con su homólogo argentino Luis Segura. Salió en silencio, acompañado de efectivos policiales y con sus maletas.
miércoles 27 de mayo de 2015 03:15 PM
Zúrich.-
Los teléfonos empezaron a sonar hoy muy temprano en Zúrich. Hacia las
seis de la mañana, la noticia de que la policía suiza estaba arrestando a
dirigentes de FIFA por corrupción empezó a correr como la pólvora de hotel en hotel.
Cuando el diario The New York Times publicaba la exclusiva en la costa este de Estados Unidos, los centenares de invitados al Congreso de la FIFA de este viernes, desde delegados de federaciones a periodistas, dormían en su mayoría en la plácida Suiza.
No lo harían por mucho tiempo. El que apunta a ser uno de los mayores escándalos de corrupción del extenso historial de la FIFA acababa de estallar, de hecho llevaba en marcha desde la cinco de la mañana, cuando un grupo de agentes de la policía suiza irrumpió en el hotel Baur au Lac, uno de los más famosos de la ciudad, para detener a varios de los hombres más poderosos del fútbol, reseñó DPA.
Durante el día se sabría que siete dirigentes del fútbol americano, entre ellos los vicepresidentes de FIFA Jeffrey Webb y Eugenio Figueredo, fueron arrestados en el marco de una investigación del Departamento de Justicia de Estados Unidos, que implica a 14 personas en un entramado de pago y recepción de sobornos por la venta de los derechos comerciales de torneos.
Pero a las siete de la mañana, cuando los periodistas empezaron a reunirse a la puerta del hotel en el que se alojan habitualmente los miembros del comité ejecutivo, todo era confusión. El único que parecía tener todo meridianamente claro era el portero del Baur au Lac: "La prensa no puede pasar".
Si querían información, los periodistas deberían obtenerla en la calle, por suerte para ellos bajo un cielo azul muy distinto al gris y lluvioso que recibió a quienes habían llegado un día antes a Zúrich, sede de la FIFA.
El ente rector del fútbol mundial convocó una rueda de prensa poco antes del mediodía, donde el director de comunicación, Walter de Gregorio, dejó clara cuál sería la estrategia de defensa del máximo jefe: Blatter no está imputado, esto no tiene nada que ver con él y no piensa en renunciar.
Mientras De Gregorio hablaba en la lujosa FIFA-House, la policía seguía con su trabajo en otro hotel de la ciudad, el Renaissance, donde se alojan los miembros de Concacaf (Confederación Norte, Centroamericana y del Caribe) y Conmebol (Confederación Sudamericana de Fútbol).
Allí, el venezolano Rafael Esquivel, presidente de la Federación de su país, desayunó junto a su homólogo argentino Luis Segura mientras leía las noticias en su smartphone. "Ahí le dijimos: Mirá, tu nombre está en la lista de los acusados", dijo a DPA el jefe de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA).
Pocos minutos después, sobre las 11 de la mañana, el dirigente del fútbol venezolano, que lleva 28 años al frente de su federación, salía en silencio por la puerta del hotel arrastrando una maleta de ruedas y acompañado por varios policías vestidos de civil camino de una comisaría.
"Teníamos instrucciones de hacer los arrestos en sigilo, evitando las fotografías", admitió un agente a DPA, cuya jornada había empezado "muy temprano". "Aquí ya hemos acabado. Este hotel ya está limpio", agregó parte en broma y parte en serio.
Dentro, en estado de shock, se quedó el resto de miembros de una Conmebol que hoy celebró una reunión mucho más larga de lo que había previsto en un primer momento.
En las puertas del hotel fumando un cigarrillo, en el restaurante comiendo un sándwich, en el lobby tomando un café: las conversaciones giraban siempre sobre lo mismo. ¿Qué ha pasado? ¿Qué hacer?
En público, la respuesta era siempre la misma: hay que esperar, primero hay que aclararlo todo. En privado, algunos pedían acción.
"Habría que aprovechar para terminar la limpieza", aseguró a DPA un hombre próximo al presidente de la Conmebol, el paraguayo Juan Ángel Napout, que accedió al puesto el año pasado. "El que hizo algo incorrecto debe pagar. Ha habido una forma de hacer las cosas con la que hay que acabar".
La UEFA pidió hoy que las elecciones del viernes se suspendan, pero la FIFA quiere seguir adelante. Nada parece poder acabar con el incombustible suizo de 79 años, ni siquiera un día de pánico para los poderosos del fútbol en Zúrich.
Cuando el diario The New York Times publicaba la exclusiva en la costa este de Estados Unidos, los centenares de invitados al Congreso de la FIFA de este viernes, desde delegados de federaciones a periodistas, dormían en su mayoría en la plácida Suiza.
No lo harían por mucho tiempo. El que apunta a ser uno de los mayores escándalos de corrupción del extenso historial de la FIFA acababa de estallar, de hecho llevaba en marcha desde la cinco de la mañana, cuando un grupo de agentes de la policía suiza irrumpió en el hotel Baur au Lac, uno de los más famosos de la ciudad, para detener a varios de los hombres más poderosos del fútbol, reseñó DPA.
Durante el día se sabría que siete dirigentes del fútbol americano, entre ellos los vicepresidentes de FIFA Jeffrey Webb y Eugenio Figueredo, fueron arrestados en el marco de una investigación del Departamento de Justicia de Estados Unidos, que implica a 14 personas en un entramado de pago y recepción de sobornos por la venta de los derechos comerciales de torneos.
Pero a las siete de la mañana, cuando los periodistas empezaron a reunirse a la puerta del hotel en el que se alojan habitualmente los miembros del comité ejecutivo, todo era confusión. El único que parecía tener todo meridianamente claro era el portero del Baur au Lac: "La prensa no puede pasar".
Si querían información, los periodistas deberían obtenerla en la calle, por suerte para ellos bajo un cielo azul muy distinto al gris y lluvioso que recibió a quienes habían llegado un día antes a Zúrich, sede de la FIFA.
El ente rector del fútbol mundial convocó una rueda de prensa poco antes del mediodía, donde el director de comunicación, Walter de Gregorio, dejó clara cuál sería la estrategia de defensa del máximo jefe: Blatter no está imputado, esto no tiene nada que ver con él y no piensa en renunciar.
Mientras De Gregorio hablaba en la lujosa FIFA-House, la policía seguía con su trabajo en otro hotel de la ciudad, el Renaissance, donde se alojan los miembros de Concacaf (Confederación Norte, Centroamericana y del Caribe) y Conmebol (Confederación Sudamericana de Fútbol).
Allí, el venezolano Rafael Esquivel, presidente de la Federación de su país, desayunó junto a su homólogo argentino Luis Segura mientras leía las noticias en su smartphone. "Ahí le dijimos: Mirá, tu nombre está en la lista de los acusados", dijo a DPA el jefe de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA).
Pocos minutos después, sobre las 11 de la mañana, el dirigente del fútbol venezolano, que lleva 28 años al frente de su federación, salía en silencio por la puerta del hotel arrastrando una maleta de ruedas y acompañado por varios policías vestidos de civil camino de una comisaría.
"Teníamos instrucciones de hacer los arrestos en sigilo, evitando las fotografías", admitió un agente a DPA, cuya jornada había empezado "muy temprano". "Aquí ya hemos acabado. Este hotel ya está limpio", agregó parte en broma y parte en serio.
Dentro, en estado de shock, se quedó el resto de miembros de una Conmebol que hoy celebró una reunión mucho más larga de lo que había previsto en un primer momento.
En las puertas del hotel fumando un cigarrillo, en el restaurante comiendo un sándwich, en el lobby tomando un café: las conversaciones giraban siempre sobre lo mismo. ¿Qué ha pasado? ¿Qué hacer?
En público, la respuesta era siempre la misma: hay que esperar, primero hay que aclararlo todo. En privado, algunos pedían acción.
"Habría que aprovechar para terminar la limpieza", aseguró a DPA un hombre próximo al presidente de la Conmebol, el paraguayo Juan Ángel Napout, que accedió al puesto el año pasado. "El que hizo algo incorrecto debe pagar. Ha habido una forma de hacer las cosas con la que hay que acabar".
La UEFA pidió hoy que las elecciones del viernes se suspendan, pero la FIFA quiere seguir adelante. Nada parece poder acabar con el incombustible suizo de 79 años, ni siquiera un día de pánico para los poderosos del fútbol en Zúrich.
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