Dado que sus trucos habituales han dejado de funcionar, Toyota Motor
está sacando un nuevo conejo de su chistera. Es un buen movimiento,
aunque la compañía necesitará algo más para impresionar a su audiencia.
El mayor fabricante mundial de coches comunicó resultados poco
estimulantes el miércoles para el año terminado en marzo. A diferencia
de los dos últimos ejercicios, el yen ha dejado de contribuir a mejorar
los márgenes de beneficio. La economía global tampoco ha sido de mucha
ayuda a la hora de aumentar los volúmenes.
Y el actual año fiscal
que termina en marzo de 2017 está a punto de empeorar. Según las
previsiones de la compañía, la súbita revalorización del yen se comerá
un tercio del beneficio operativo. Por otra parte, la menor gama de
modelos nuevos, sumada a los problemas de producción en sus plantas,
podría afectar a los volúmenes. Toyota cree que el beneficio operativo
caerá un 40%.
La mejor inspiración que Toyota puede ofrecer
actualmente a los inversores procede de la ingeniería financiera. La
compañía dijo que recompraría un máximo de 100 millones de acciones,
cifra que mejora los 23 millones que había anunciado hacia la mitad del
año fiscal.
Esto elevaría las recompras totales de Toyota a la
suma potencial de 640.000 millones de yenes (unos 5.160 millones de
euros). Esto es más de lo previsto y supera el doble de la cantidad del
año anterior. Sumando recompras y dividendos, Toyota puede acabar
devolviendo a los accionistas hasta el 55,6% de su beneficio neto en el
año fiscal, frente al 42,5% del año previo.
No obstante, los
accionistas tienen razones para quejarse, empezando por la preferencia
de Toyota por las recompras frente a los dividendos. La compañía redujo
ligeramente la rentabilidad por dividendo el año pasado. Y frente a la
recompra de acciones basada en el criterio de la dirección de la
empresa, el aumento del dividendo daría un respaldo más fiable a las
acciones durante más tiempo.
El aumento del pago de dividendos
también representaría una forma más convincente de reducir la caja de
7,8 billones de yenes de las operaciones de Toyota en el sector del
automóvil. Este asunto supone una preocupación constante para los
inversores, que quieren que los activos se utilicen de forma más
eficiente.
Y las recompras no compensan por completo la generación
desigual de beneficios. Los gestores del grupo pueden pensar que las
acciones de Toyota están baratas, pero en base a las previsiones de
beneficio de la propia compañía y ajustado al menor volumen potencial de
acciones, Toyota cotiza a unos 12 veces los beneficios previstos. Honda
Motor, que ofrece una gama de modelos más prometedora, lo hace a 9,5
veces los beneficios. La propia valoración media de Toyota en los cinco
últimos años es de 11,2 veces.
Toyota hace bien centrándose en maximizar los rendimientos para el accionista. El problema es que distan de estar maximizados
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