Un día turbio, con más oscuridad que claridad, es el anuncio de que
algo está por cambiar. La comodidad se perdió, la mayoría de los que
quedan están como sonámbulos, esperando “a ver qué pasa”. De vez en
cuando se escapa un chiste y tras ello una carcajada -el colmo sería que
ocurriera lo contrario-. Este escenario se repite a diario en las
redacciones, las cabinas de radios y los estudios de televisión del
país. Venezuela se volvió insoluble para ejercer periodismo. La censura y
la falta de recursos económicos son los principales causales para la
inmigración. Sin embargo están los que se van a “echarle pichón afuera” y
los que a diario fungen el periodismo venezolano pese a las limitantes.
La Verdad
Cambio de lugar, de temperatura y de cultura, en conclusión cambios
radicales. David Chacón se arriesgó a todo y empezó “desde abajo”. De
codearse con las figuras más importantes del deporte, como periodista,
en un abrir y cerrar de ojos le tocó estar detrás de los escenarios
deportivos, encargado de la boletería. Eso para él no es un insulto, al
contrario, su conocimiento le servía para aportarles a las personas un
extra a sus entradas. Para María Galbán fue más sencillo. Pisar suelo
panameño la hizo sentir en el aire. Asegura que ha descubierto dones que
en su vida pensó que los podía desarrollar en tu propio país porque “no
te conformas con un solo empleo y buscas la manera de desarrollarte
haciendo otros trabajos”. Adaptarse al lenguaje y el estilo de escritura
del producto editorial, ha sido lo más complicado, porque además es un
tipo de periodismo nuevo para ella.
Un “shorcito” anaranjado, medias panties, franelilla debidamente
identificada con el búho de Hooters y zapatillas blancas, fue el “traje
de pelea” que Estefany Araujo se puso 15 días después de llegar a
Panamá. Fue su primer trabajo y aunque para muchos suene escandaloso,
para ella fue un trabajo más donde, como siempre lo hace, debía entregar
el 100 %. Debió aprenderse el menú para servir mesas, sin embargo una
semana fue de entrenamiento, semana en la que no obtuvo propina porque
no podía atender mesas ni tomar áreas. Estefany cuenta que los
indocumentados, en su caso, no ganaban dinero al menos que fuera de las
propinas. “No nos pueden contratar porque no tenemos papeles legales, ni
los permisos para manejar los alimentos”.
A Eduardo Méndez las oportunidades lo llevaron a emigrar. Para él, el
periodismo sigue siendo el mismo, solo que con una jerga diferente.
Dejó a un lado ocho años de periodismo para hacer marketing digital en
México. Señala que lo más difícil para un periodista es dejar la calle.
“Uno nace en la calle, se hace en la calle, escribe en la calle, hace
todo en la calle, y es lo que le da dinamismo al periodismo. En cambio
en una oficina uno se vuelve monotemático”.
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