Desde que era joven, uno de los pequeños placeres de Guillermo Matos
ha sido quedar con sus amigos para tomar cócteles a mitad de mes, reseña
Associated Press.
Su bebida preferida fue siempre el whisky importado. Pero la crisis
económica venezolana hace que su precio sea inasequible, por lo que
Matos, propietario de una tienda de corbatas de 45 años, ha tenido que
cambiar sus hábitos hacia la industria local y acercarse al ron
producido en el país y reconocido internacionalmente. Ahora bebe un vaso
de Santa Teresa 1796 con hielo.
Matos puede comprar una botella de ron local por 8 dólares en lugar
de pagar aproximadamente 25 dólares por una de Johnnie Walker Black.
“Con esos precios, ¿quién no disfruta de un ron?”, dijo reunido con sus amigos en un concurrido restaurante de Caracas.
Muchos de sus compatriotas están haciendo la misma transición. Las
ventas de ron se han disparado más de un cuarto mientras que las de
whisky se redujeron en un tercio entre 2012 y 2013, según la Asociación
de Whisky Escocés. Y la posición del país sudamericano en la
clasificación mundial de consumidores de whisky bajó de la 9na a la 14ta
posición.
Venezuela ha sido durante años el mayor mercado de Latinoamérica para
el whisky escocés, que es considerado un símbolo de estatus en el país.
La gente suele beberlo en juegos de béisbol y en conciertos, e incluso
las familias de clase obrera adquieren uno de buena calidad para eventos
especiales como bodas.
El idilio con esta bebida fue siempre algo vergonzoso para las élites gobernantes socialistas.
“Yo no estoy dispuesto a seguir dando dólares para importar whisky en
estas cantidades. ¿Qué revolución es esta, la del whisky?”, dijo el
fallecido presidente Hugo Chávez en 2007.
Pero el colapso económico ha provocado el renacer del ron.
La importante caída de los precios del petróleo a nivel mundial ha
afectado a la economía venezolana, que depende profundamente de este
producto, reduciendo drásticamente sus ingresos. El gobierno ha
endurecido los rígidos controles monetarios y restringió el gasto en
importaciones de artículos prioritarios como alimentos o medicinas.
Con una inflación por encima del 60%, el dinero venezolano ya no
rinde tanto y el whisky está lejos del alcance de la mayoría. Una
botella de Chivas Regal de 18 años cuesta 31 dólares, calculado a la
tasa de cambio del mercado negro, más que el salario mínimo mensual del
país.
Estos giros económicos suelen producir un aumento en las bebidas
espirituosas locales, según Nestor Ortega, maestro destilador en Santa
Teresa, uno de los principales fabricantes de ron del país.
Además de petróleo, el ron es una de las pocas exportaciones con las que el país se ha forjado una reputación en el extranjero.
La clave de su éxito está en las estrictas leyes que exigen que el
ron envejezca al menos dos años. Y a diferencia de zonas más áridas para
el cultivo de azúcar en el Caribe, los productores locales de ron dicen
que el suelo fértil y el clima más frío de la zona de mejores
plantaciones, a las afueras de Caracas, dan al ron venezolano un aroma
más redondo y sabroso.
En la Hacienda Santa Teresa, Beatriz Zambrano se inclina sobre un
panel de control como salido de una película de ciencia ficción desde el
que controla una serie de bombas, alambiques y calderas. Desde ahí
puede ver todo el proceso de destilación, desde la temperatura a la que
fermenta la melaza de un molino de azúcar próximo, al tradicional
proceso de envejecimiento del ron en barriles de roble blanco que antes
se utilizaron para almacenar jerez español.
“Con esto, no necesito estar afuera perennemente”, dijo Zambrano, que
supervisa a una plantilla de unos 400 empleados. “Cualquier falla que
ocurra me lo va a decir el panel de control”.
Las condiciones similares a las de un laboratorio han funcionado bien
para la quinta generación de fabricantes de este ron. El Santa Teresa
1796 ocupa puestos importantes en cualquier lista de los mejores rones
del mundo y el año pasado ganó la medalla de oro en el Global Rum
Masters de Londres. Los rones fabricados en Venezuela ganaron seis
premios en la World Spirits Competition de San Francisco el año pasado.
Incluso aunque la economía logre enderezar su rumbo de nuevo y los
precios de en su día amado whisky vuelvan a estar a su alcance, Matos
dijo que están encantado con el ron y que no tiene intención de volver a
cambiar.
“Ha sido una grata sorpresa”, dijo añadiendo que ha empezado a
colección libros con recetas para cócteles con ron. “Los rones
venezolanos son muy buenos y disfrutamos muchos preparando tragos”.
Por JORGE RUEDA, Associated Press
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