Diversas investigaciones científicas alertan sobre el uso y abuso de antibióticos tanto en la medicación humana como en la aplicación a alimentos. Si bien hay expertos que sostienen que la existencia de superbacterias no es cierta, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó un comunicado hace dos meses que reavivó la preocupación en el mundo.
El ente sanitario publicó una lista con las 12 familias de bacterias más peligrosas, que los tratamientos actuales no pueden vencer. Un grupo electo por su grado de severidad de las infecciones que causan, la facilidad con que se propagan y la cantidad antibióticos eficaces restantes para hacerles frente. Esto naturalmente puso en alerta a toda la comunidad médica.
El recurso de utilizar antibióticos para impulsar el crecimiento de los animales -que en la Unión Europea está prohibido desde 2006- es una práctica habitual desde hace décadas entre los ganaderos de América, que aún no parecen tener la estructura ni los recursos para renunciar a ella. En Estados Unidos puntualmente, la mitad de producción avícola ya se cría sin antibióticos, aunque el cerdo o la carne de vaca todavía siguen sosteniendo esa práctica.
Ante la presión de ambientalistas y activistas, cada vez más gigantes de la industria alimenticia y cadenas de restaurantes del país de la comida basura están limitando los antibióticos en animales criados para consumo, como Tyson Foods, McDonald’s y las tiendas Wal-Mart, que prometen que sus productos con pollo son “100 por ciento libres de antibióticos”.
A principios de este año, el Instituto de Tecnología de la Fundación UADE realizó un relevo en más de 100 productos de 38 comercios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en el que alertó que el 66 por ciento los filetes de salmón rosado importados desde Chile (el segundo productor mundial de este pescado, detrás de Noruega), contienen restos de flumequina y clorhidrato de oxitetraciclina, dos medicamentos que podrían ser perjudiciales para la salud.
El informe indicó que en en Chile se suelen administrar a los peces distintos pesticidas y antibióticos para control de enfermedades pero que esa práctica produce que los residuos de los medicamentos queden alojados en los pescados que luego salen a la venta en los comercios nacionales. Estos residuos, según los investigadores, superan al límite permitido por el CODEX Alimentarius Internacional.
Si bien es innegable que el surgimiento de antibióticos produjo una revolución en la terapéutica de enfermedades infecciosas, el uso irracional es dañino tanto para la medicina humana como animal.
En la producción animal los antibióticos se utilizan con dos fines bien diferenciados, el más conocido es el terapéutico y/o profiláctico, pero el más peligroso es cuando son aplicados como promotores de crecimiento donde se administran en dosis subterapéuticas de forma continua. Estas dosis bajas pero permanentes durante toda la vida del animal, se utilizan para controlar la flora intestinal lo que se traduce en un mayor aprovechamiento de los nutrientes y un aumento considerable de peso.
A través de la carne, la leche o los huevos, por ejemplo, los seres humanos incorporan antibióticos por partida doble. Según la ingeniera Norma Vázquez, gerente de gestión de calidad de Laboratorios Amerex, una empresa pionera en aplicación y desarrollo de microbiología industrial y comercialización de fermentos naturales aplicables a productos alimenticios, en Argentina todo tipo de carne: vacuna, porcina, aviar y pescados, además de huevos y leche, están expuestos a este tipo de procesos.
Según una gran corriente médica y científica, uno de los efectos más alarmantes de ese abuso, es la aparición de gérmenes antibióticos resistentes, que no responden a la medicina existente y crean la necesidad cada vez mayor de desarrollar nueva medicación. A través de este uso indiscriminado, destacó Vázquez, “se crean cepas de bacterias resistentes a los antibióticos, lo que implica que una infección, tanto en animales como en humanos, causada por una de esas bacterias es muy difícil de tratar”
La alternativa
Si bien para reducir ese exceso de residuos de antibióticos los expertos indican que es necesario mejorar las condiciones higiénicas y de manejo de las granjas, también destacan que es importante mejorar la calidad y digestibilidad de alimentos balanceados y aprovechar para reemplazar los antibióticos por probióticos y otros aditivos naturales que mejoran la salud general del animal y la absorción de nutrientes.
“Los probióticos son microorganismos benéficos que ingeridos por los animales de consumo con regularidad y en la cantidad suficiente, compiten con los agentes patógenos y mantienen el equilibrio de la flora intestinal lo que se traduce en una mejor salud intestinal, mejor salud en general de los animales y una mayor productividad”, explicó Norma Vázquez. “En definitiva, cumplen la misma función que los antibióticos pero sin la peligrosidad de estos”.
Además de los probióticos, que son presentados como la mejor alternativa al uso de antibióticos en alimentación animal (y la más estudiada), también se fomenta el uso de prebióticos, enzimas y ácidos grasos, entre otros. “La prohibición de los antibióticos como promotores del crecimiento debe entenderse como una medida de seguridad en salud pública“, concluyó la especialista.
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