Se calcula que en los últimos 20 años, delincuentes cubanos han robado
más de 2.000 millones de dólares a empresas y contribuyentes de Estados
Unido.
Todavía en Guanabacoa, municipio ubicado al este de La Habana, se
escuchan historias de Gilberto Martínez Suárez, alías Gilbert Man, con
una pizca de mito, exageración y mucho de realidad.
El mediocre reguetonero sacudió a Guanabacoa con sus habituales
fiestas en un chalet remozado en tiempo récord, propinas generosas en
bares y paladares privadas, orgías monumentales y llamativos autos.
“Como cantante de reguetón la verdad que no sonaba. Pero todas las
muchachas nos quedábamos con la boca abierta cuando pasaba en carros que
sólo se ven en las películas americanas. El hombre parecía de otro
planeta, con el cuello repleto de cadenas y gargantillas de oro”,
recuerda Giselle, estudiante universitaria.
El reguetonero ostentando su dinero (FACEBOOK) |
Liudmila, jinetera que se dedica a cazar clientes en discotecas
habaneras, rememora: “Una noche vinieron unos negros grandísimos a
contratarme para una fiesta a toda mecha. Me dijeron que buscara a
cuatro o cinco chicas que estuvieran súper buenas. Tres días después nos
llevaron a la casa de Gilbert Man. El tipo nos pagó 200 cuc a cada una
para que bailáramos desnudas”.
Si usted indaga entre los vendedores de marihuana y cocaína en La
Habana nocturna, casi todos coinciden que “el Gilbert estaba fuera del
nailon. El Man gastaba más de mil chavitos en polvo y yerba todos los
fines de semanas”, señala un expendedor clandestino de estupefacientes
en la parte vieja de ciudad.
En el invierno de 2015, un desmesurado operativo de la policía cubana
detuvo a Gilbert Man en su casa de Guanabacoa. Según comentaron
extraoficialmente, el reguetonero era buscado por las autoridades
estadounidenses por lucrar con tarjetas de créditos falsas, robos de
identidades y falsificación en dos condados de la Florida.
Dicen que con el dinero defraudado se construyó una llamativa mansión
en Guanabacoa, adquirió cuatro automóviles y gastó el dinero a mano
llenas. Le gustaba hacerse notar.
Modernos Frankesteins
La revolución del barbudo Fidel Castro, en su intento de erigir una
sociedad diferente, barrió con las lacras del pasado. Casinos,
prostíbulos y drogas fueron aniquilados por las leyes del nuevo
gobierno.
No solo el régimen verde olivo se alió a una ideología estrafalaria.
También pretendió crear un hombre nuevo. El comunista argentino Che
Guevara lo definió como "una maquina fría e implacable de matar yanquis
en cualquier rincón del mundo".
Por eugenesia ideológica, a estos hijos de la revolución se les
extirpaban las emociones. La lealtad a Fidel Castro era sagrada. Cual
modernos Frankesteins, no trabajaban por estímulos materiales, no tenían
creencias religiosas -la iglesia es el opio de los pueblos, decían- y
el aguardiente y la rumba eran vicios de vagabundos.
Desde luego, el experimento no cuajó. Lo que quedó de esa hornada es
una caterva de embusteros que como papagayos repiten cualquier lema y
aparentan fidelidad a la 'causa revolucionaria', mientras roban en sus
puestos de trabajo.
Cuando se marchan de la Isla, siguen comportándose y actuando con el
doble rasero aprendido en Cuba. Y que puede resumirse en robar, mentir y
trepar en la escalera social pisoteando al prójimo.
Este año, un equipo periodístico del periódico Sun Sentinel documentó,
en un meticuloso reportaje de investigación, cómo varias organizaciones
delictivas de cubanos residentes en Estados Unidos desfalcan al erario
público.
Ya sea estafando al Medicare, planificando accidentes de tránsito
para timar al seguro o cultivando marihuana. Según el periódico
floridano, el 9% de los delitos de tráfico de marihuana y estafas a
programas federales lo cometen delincuentes cubanos.
Luego de su investigación, el diario llegó a la conclusión que existe
una puerta giratoria que permite a los ladrones fácil acceso al país y
una vía de escape segura hacia Cuba cuando se encuentran en peligro.
Se calcula que en los últimos 20 años, delincuentes cubanos han
robado más de 2.000 millones de dólares a empresas y contribuyentes de
Estados Unidos.
Bajo la permisividad del régimen castrista
En Cuba residen alrededor de 300 personas que han desfalcado a
programas del Gobierno de Estados Unidos. Bajo la permisividad del
régimen castrista, han montado negocios privados utilizando como
testaferros a otras personas.
Un abogado de la ONAT (Oficina Nacional de Administración
Tributaria), oficina encargada de regular el trabajo particular, asegura
que “en unos mil negocios dedicados a hospedaje, gastronomía y
transporte -los más rentables- el dinero proveniente de Estados Unidos
no tiene un estatus legal. Conozco paladares que desde hace dos años
sólo reportan pérdidas y se mantienen funcionando. Son lavadores de
dinero”.
El dueño de una flota de cinco autos y tres jeeps, utilizados para
transportar pasajeros, confiesa que el dinero de su negocio lo financia
un pariente desde Miami. “Tanto él como yo vivimos de la renta del
negocio. Todos los meses compro 6.000 ó 7.000 dólares y a través de
mulas se los envío a Miami”.
Carné de Identidad expedido en Cuba a Gilberto Martínez Suárez en marzo del 2014: (internet)
Cuando usted indaga sobre la legitimidad de ese dinero, el hombre se
muestra evasivo. “Qué me importa a mí si el dinero es bien o mal habido.
Me resuelve y puedo tener una vida decente en Cuba”.
Aprovechando su excepcionalidad migratoria, delincuentes de origen
cubano trafican con la Ley de Ajuste. Entre diciembre de 2009 y julio de
2014, 14 personas fueron arrestadas en Miami bajo el cargo de
conspiración por realizar matrimonios fraudulentos relacionados con
delitos de inmigración vinculados a la Ley de Ajuste Cubano.
Dicen que un tal Eduardo, que mide casi seis pies y en 1980 las
autoridades carcelarias cubanas lo conminaron a marcharse por la vía del
éxodo de Mariel, fue repatriado a Cuba tras ser declarado 'excluible',
según el convenio de inmigración entre Cuba y Estados Unidos.
El individuo regresó a la Isla hace siete años y hay quien afirma que
sigue viviendo de las ilegalidades. Aunque la mayor parte del tiempo se
la pasó tras las rejas, conoce cómo funciona la sociedad
estadounidense. Comentan que una persona residente en Miami lo contrató
“para enseñarles a varios venezolanos y centroamericanos el español que
se habla en Cuba, gestualidad y particularidades de barrios habaneros.
Después, esta gente viaja a la ‘yuma’ con carnet de identidad y papeles
de aquí".
El 'hombre nuevo' cubano no se detiene. Sigue en acción para defraudar a América.
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