La aspirante presidencial demócrata Hillary Clinton tiene este
martes en Oregón y Kentucky una nueva oportunidad de ampliar su ventaja
sobre el senador Bernie Sanders en la disputa interna, de cara a las
elecciones presidenciales de noviembre.
Con la carrera entre los republicanos virtualmente decidida en favor
del multimillonario Donald Trump, la ex secretaria de Estado está al
borde de garantizar su nominación presidencial, pero aún enfrenta la
resistencia del carismático senador Sanders.
Franca favorita, Clinton se apoya fundamentalmente en el apoyo de los
'superdelegados' del partido Demócrata (sus legisladores y dirigentes)
para liquidar la disputa antes de la convención nacional, prevista para
julio.
Al inicio de la campaña electoral, la dirección del partido Demócrata
parecía considerar que la nominación de Clinton sería apenas un trámite
y la ex secretaria de Estado tendría tiempo de prepararse para
enfrentar un candidato Republicano.
Y sin embargo la disputa partidaria se aproxima de sus capítulos
finales con Clinton en clara ventaja pero aún incapaz de cantar
victoria, ya que una parte del electorado demócrata dejó claro que
prefiere las propuestas más audaces de Sanders.
Por ello, en vez de concentrarse en afinar su discurso para enfrentar
a Trump en la campaña presidencial, Clinton pasó el lunes en intensa
campaña en Kentucky en busca de votos en un sector que se resiste a
apoyarla, el de los hombres blancos de clase obrera.
Los sondeos indican que Sanders debería vencer en Kentucky, y Clinton busca desesperadamente contener la fuga de votos.
Recuperarse de un trago amargo
Hace una semana, Sanders venció claramente en el vecino estado de
Virginia Occidental, que tiene en común con Kentucky la importante
industria del carbón. El triunfo de Sanders en Virginia Occidental fue
un verdadero trago amargo para Clinton, quien había vencido claramente a
Barack Obama en ese estado en la interna demócrata de 2008.
Ahora, Clinton busca reparar los estragos provocados por su
declaración durante un acto de campaña en marzo, cuando dijo que pondría
"un montón de compañías de carbón y mineros fuera del negocio".
Claramente, los mineros de Virginia Occidental y Kentucky acusaron el
golpe.
En una tentativa por recuperarse en Kentucky, Clinton jugó el lunes
una carta pesada: la presencia de su marido, el ex presidente Bill
Clinton.
"Le he dicho a mi marido que, si tengo la fortuna de ser presidente y
él es el primer caballero, espero que se ponga a trabajar, para
aumentar los salarios", dijo la ex secretaria de Estado, sugiriendo un
papel para el ex mandatario en su eventual gestión en la Casa Blanca,
posiblemente en el área económica.
Ya el domingo, Clinton había declarado que podría pedir a su marido
que se encargue de "revitalizar la economía", sin ofrecer mayores
detalles.
En esa gira por Kentucky, Clinton estrechó manos de seguidores, besó
niños y se sacó fotos, y hasta tuvo tiempo para conversar con un grupo
de electores de Trump que se aproximaron a decirle que jamás votarían
por ella.
En sus discursos, Clinton atacó con dureza a Trump, a quien definió
como una apuesta "arriesgada y peligrosa" y un candidato sin
calificaciones para asumir decisiones de política externa.
"Pienso que tendremos en esta elección un contraste tan claro como
uno pueda imaginarse sobre este asunto", dijo Clinton ante un grupo de
unos 500 seguidores.
Sanders busca seguir en carrera
En tanto, Sanders realizó actos mayores en Kentucky, de más de 2.000
personas, en que reforzó su llamado a un movimiento de masas que cambie
la tendencia actual del partido Demócrata para asumir los cambios que el
país precisa.
Sanders precisa de forma imperante conseguir amplias victorias para
reducir la desventaja ante Clinton en el número de delegados a la
convención nacional.
Como los demócratas distribuyen sus delegados de acuerdo a un
criterio proporcional, aún venciendo por estrecho margen Sanders no
impide que Clinton siga sumando fuerzas.
Este martes los demócratas también realizarán una primaria en el
estado de Oregón, donde Clinton aparece muy levemente por delante en los
sondeos.
En este escenario, la primaria de California, prevista para el 7 de
junio, será el momento fundamental de la interna demócrata, ya que muy
posiblemente sea allí que Clinton liquide el pleito o Sanders deje todo
empatado.
Por su parte, Trump, único candidato en carrera por la nominación
conservadora, se concentra ahora en tratar de cerrar las heridas que su
candidatura abrió en el partido Republicano, para unir fuerzas y evitar
una sorpresa en la convención nacional.
El polémico millonario se concentra ahora en escoger un
vicepresidente que le permita tender puentes con la dirección del
partido y le permita contar con la máquina política republicana para
enfrentar al aspirante demócrata.
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