"Soy presidenta para dar continuidad al proceso de emancipación de nuestro pueblo de la pobreza y la exclusión, y para hacer de Brasil una nación de oportunidades para todas y todos", concluyó la mandataria, cuya situación política está en jaque.
En un encendido discurso pronunciado ante la principal central sindical de Brasil, la presidenta Dilma Rousseff volvió a calificar de "golpistas" a quienes buscan su destitución, a quienes calificó como "moralistas sin moral" que no tienen "reputación inmaculada" para "atacar" su honor."Yo me sublevo contra el golpismo y sus acciones conspirativas, y no temo a sus defensores. Pregunto con toda franqueza: ¿Quién tiene fuerza moral, reputación inmaculada y biografía limpia suficientes para atacar mi honor?", indagó la mandataria del Partido de los Trabajadores (PT), informó DPA.
Las declaraciones, reproducidas por el portal de la Presidencia, fueron pronunciadas por la mandataria del Partido de los Trabajadores (PT) en la medianoche del martes, durante la apertura del 12. Congreso de la Central Única de Trabajadores (CUT), vinculado históricamente al partido de izquierda.
El discurso de la presidenta, cuya salida defienden formalmente varios partidos opositores y apoya, según sondeos, cerca del 70 por ciento de la población, duró una media hora. Durante ese tiempo, fue interrumpida varias veces al grito de "No habrá golpe" y "Dilma, guerrera del pueblo brasileño", reportaron medios locales.
"Los argumentos (para iniciarle un juicio político) son absolutamente artificiales. La voluntad de producir un golpe contra el funcionamiento regular de las leyes y las instituciones es explícita. Juegan al cuanto peor mejor todo el tiempo. Peor para la población y mejor para ellos", aseveró la presidenta aludiendo, sin nombrarlos, a sus detractores políticos.
También rechazó haber cometido irregularidades o ilícitos, tal como sostienen quienes defienden su salida. Algunas de esas acusaciones tienen base en dictámenes de tribunales. Es el caso, por ejemplo, del Tribunal de Cuentas, que recomendó al Congreso reprobar las cuentas del gobierno en 2014, avivando así los pedidos de destitución.
También la Justicia Electoral investiga sospechas de que su campaña por la reelección, en 2014, recibió fondos desviados de Petrobras.
"Nunca me permití cometer ninguna ilegalidad. Nunca hice de la actividad política y de la vida pública un medio para obtener ventaja personal de ningún tipo", aseveró.
En su opinión, algunos sectores de la oposición pretenden "crear una ola que lleve, de cualquier forma, a que se acorte mi mandato, sin hechos jurídicos, sin ninguna materialidad que me desacredite".
"Lo que antes era disconformidad por haber perdido las elecciones ahora se transformó en un claro deseo de retroceso político, de ruptura institucional", afirmó. "Eso tiene nombre. Se llama golpismo descarado", subrayó.
"Soy presidenta porque fui elegida por el pueblo en elecciones lícitas. Tengo la legitimidad de las urnas, que me protege y a la cual debo proteger. Soy presidenta para defender la Constitución y la democracia tan duramente conquistada por todos nosotros", aseguró la ex guerrillera, quien fue presa política y torturada durante la dictadura militar (1964-1985).
"Soy presidenta para dar continuidad al proceso de emancipación de nuestro pueblo de la pobreza y la exclusión, y para hacer de Brasil una nación de oportunidades para todas y todos", concluyó la mandataria, cuya situación política está en jaque.
La decisión en el Congreso sobre habilitar o archivar los pedidos de juicio político en su contra, está en manos del presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, también denunciado por sus presuntos nexos con el desvío de fondos en Petrobras.
Cunha integra la coalición aliada del gobierno, pero aún así es un enemigo declarado del Ejecutivo y promovió varias derrotas del gobierno en la Cámara Baja.
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