Los venezolanos, cuyo gobierno alardea de poseer las mayores reservas
energéticas del mundo, están condenados a pasar gran parte del tiempo a
oscuras, luego que el régimen bolivariano fracasara en atender las
graves fallas en el sistema eléctrico que amenazan con convertir el
racionamiento en una práctica recurrente, así lo informó El Nuevo Herald
ANTONIO MARIA DELGADO
adelgado@elnuevoherald.com
El retorno de la crisis eléctrica, que el mes pasado llevó al
gobierno a decretar nuevos esquemas de racionamiento y a recortar
drásticamente los horarios de los empleados públicos, se produce pese a
que el régimen ha gastado miles de millones de dólares para tratar de
ampliar la generación de energía.
El problema es que se dinero fue muy mal gastado, dijeron expertos consultados por el Nuevo Herald.
“Se compraron muchísimos equipos para plantas de generación térmicas.
Se compraron por lotes”, explicó desde Caracas el ingeniero Manuel
Guevara.
“Pero muchas de ellas terminaron siendo equipos usados que fueron
comprados como si fueran nuevos, mientras que los otros que si eran
nuevos, se compraron con sobreprecio. Y lo que es peor, muchos de esos
equipos llegaron al país sin que hubieran proyectos para instalarlos”,
agregó Guevara.
Eso quiere decir que esas plantas –adquiridas a raíz de la crisis
eléctrica del 2010 por inversiones que superaron los $6,000 millones–
llegaron al país sin que hubiese garantías de que iban a contar con el
suministro de gas o de combustibles para operarlos, o que iban a tener a
los equipos necesarios para poder transmitir esa generación de
electricidad.
La instalación de estas plantas también incrementó el consumo de
combustibles refinados de Venezuela, país que en los últimos años se ha
visto obligado a importar volúmenes masivos de diesel y de gasolina para
poder cubrir sus deficiencias internas pese a contar con reservas de
crudo probadas de 297,000 millones de barriles que superan las de Arabia
Saudita.
Y en lo que empeoró la situación, las plantas nuevas tampoco contaron
con un verdadero plan de mantenimiento, dijo desde Washington Antonio
De la Cruz, director ejecutivo de la firma de asesores Inter American
Trends, que ha estado evaluando el tema energético en Venezuela.
“El problema que estamos viendo hoy en día, que llevó al gobierno a
aplicar un severo esquema de racionamiento en el país, es que las
miniplantas térmicas que adquirieron han sido utilizadas constantemente
desde que se instalaron y no se les han hecho el debido mantenimiento”,
explicó De La Cruz.
No podían detenerlas temporalmente para realizarles mantenimiento
porque no había una generación eléctrica adicional que pudiera seguir
alimentando la red durante esas operaciones, y como no quisieron
pararlas, se dañaron más rápido, dijo De La Cruz.
Las fallas comenzaron a presentarse en la medida en que Venezuela
entraba en lo que es una de las mayores crisis económicas de su
historia, lo que ha dejado al régimen sin suficientes dólares para
importar equipos de remplazo.
Esa situación ha dado pie a un proceso de canibalización de equipos
para tratar de mantener las instalaciones operando, pero ya no es mucho
más lo que se puede hacer, dijo De La Cruz.
“Hoy en día muchos de estas plantas están por el piso”, advirtió De
La Cruz. “Se van a necesitar $2,000 millones o $3,000 millones para
poder recuperarlas en su totalidad, dinero que el gobierno no tiene”,
enfatizó.
El resultado final es que Venezuela podría solo tener una capacidad
real de generación de electricidad inferior a los 20,000 megavatios,
apenas dos tercios de los 30,000 que el gobierno asegura tener.
La generación disponible es muy inferior al consumo interno que
registra el país, incluso en medio de una severa crisis económica que
mantiene al sector industrial virtualmente paralizado y al comercial
operando solo parcialmente.
En un intento por contener la situación, el régimen de Nicolás Maduro
ordenó la implementación de un esquema de racionamiento eléctrico, que
incluye la suspensión del suministro por cuatro horas diarias en
distintas ciudades del país.
El régimen también ordenó un drástico recorte en el horario de
trabajo de los empleados públicos, que dejan de brindar sus servicios a
partir de la una de la tarde.
Pero todos todos los ojos están ahora puestos sobre los niveles de
agua de la represa hidroeléctrica del Guri, la cual genera actualmente
cerca del 40 por ciento de la electricidad que se consume en el país.
De La Cruz dijo que los niveles de la reserva en la represa han
llegado a niveles muy bajo, ya que la planta estuvo operado a una
capacidad mayor a lo recomendado en la época de sequía, lo que ahora
obliga a las autoridades del sector eléctrica a manejarse con una mayor
prudencia.
“Ellos ahora dependen de que llueva más fuerte de lo habitual en la
venidera temporada de lluvias. Pero si esto no sucede, allí es cuando el
país podría a comenzar a ver problemas mucho más serios de suministro”,
advirtió De La Cruz.
Pero incluso si llegara a llover, la eléctrica amenaza con volverse
recurrente ante la incapacidad del régimen de realizar las inversiones
necesarias.
“Venezuela tiene hoy la misma capacidad de generación de energía que
había cuando Hugo Chávez llegó al poder en 1998. Pero el país ha crecido
desde entonces y hay mucha más gente. Esto va a continuar hasta que
realmente se amplie la capacidad de generación y de transmisión
eléctrica”, dijo De La Cruz.
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