Con frecuencia escuchamos a padres preguntarse qué hacer ante
esta conducta de sus peques. Suele ocurrir con más frecuencia, cuando
los niños están en sus maternales o preescolares, cuando vuelcan estas
conductas agresivas sobre otros pares o compañeros de su misma edad.
Antes de decidir qué hacer, detengámonos a comprender por qué nuestro
peque decide reaccionar de esta manera.
Como seres en desarrollo, los niños en edades tempranas están
adquiriendo destrezas emocionales para comunicarse y expresar sus
sensaciones asertivamente. A esto no escapan la tristeza, incomodidades o
frustraciones que nuestro hijo pueda experimentar. Observemos con
atención si han habido cambios en el entorno inmediato del niño: mudanza
de casa, cambios en su habitación, llegada de un hermanito, crisis de
pareja entre los padres, cambios en las personas que normalmente lo
cuidan o ingreso a un nuevo maternal, entre otras cosas. Hay
especialistas que incluso señalan que el consumo de algunos alimentos
que contengan gluten o azúcar refinada, puede desencadenar alergias
alimentarias que se manifiestan a través de irritabilidad o
hipersensibilidad. Observemos también entonces, si ha habido cambios en
el ámbito alimenticio.
Una vez descubierta la razón que pudiera estar incomodando a nuestro
niño, es importante que modelemos cómo puede comunicar su frustración
sin agredir. Ponemos en palabras lo que sabemos le está pasando y le
repetimos varias veces “sé que estás molesto porque mami ahora trabaja
más que antes y no está contigo todo el tiempo” o “sé que estás cansada
porque ya pasó tu hora de la siesta” y somos consistentes en el mensaje
respecto al mordisco: eso le duele a los demás, es agresivo y hace que
los otros niños quizás no quieran jugar más contigo.
En ningún caso es recomendable morder de vuelta al niño para que
sienta como duele ya que le estaremos mandando un mensaje confuso que
más bien complicará más la situación. Si hacemos esto, el peque no
entenderá por qué papá o mamá pueden morder y él no, o si llegada la
edad, él sí podrá hacerlo.
Morder puede ser una expresión instintiva como la del cachorro que
aprende a regular sus juegos con los demás miembros de su manda a través
de los mordiscos y gruñidos; o una expresión de rabia así como los
adultos, escogemos otras vías más tolerables para comunicar cuando
estamos incómodos.
Es importante comprender que detrás de toda conducta, hay una emoción
y que cuando logramos identificarla, estamos validando los sentimientos
de nuestros hijos. Es natural sentir miedo, rabia, tristeza o
frustración. Aprovechemos entonces la oportunidad, para enseñar a
nuestro peque cómo sí se comunican estas sensaciones.
Vida Gaviria es mamá de tres, es autora del calendario Lonchetips y creadora de @Modomama
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