Paul Veit, el hombre más anciano de Alemania, celebra hoy su 109 cumpleaños en Neuruppin, la ciudad en la ha residido prácticamente toda la vida, en el estado federado de Brandeburgo. Veit es un hombre muy despierto mentalmente y goza de buena salud, a excepción de algún que otro achaque típico de la edad. Por televisión le gusta ver -sin necesidad de usar gafas- las noticias y películas de las antiguas y domina perfectamente el mando a distancia de su aparato de pantalla plana. Veit vive con su hija Marion, de 63 años, que le ayuda en sus tareas diarias.
Como todo caballero de la vieja escuela, siempre viste impecable: traje, corbata y zapatos relucientes. "Que todo siga yendo igual de bien", es su mayor deseo por su 109 cumpleaños. Por lo demás, dice que es plenamente feliz y revela el secreto de su longevidad: trabajar mucho, vivir sobriamente, disfrutar de la vida y no fumar ni beber nunca, según el diario regional "Märkische Allgemeine".
Veit nació el 15 de enero de 1903 en la pequeña localidad de Henriette y en 1912 su familia se mudó a Neuruppin. Con su hermano Otto abrió una pastelería en 1924, el negocio prosperó, pero sus vidas se truncaron con el inicio de la II Guerra Mundial. Veit fue llamado a filas y enviado a la Unión Soviética, de donde regresó en 1947, un capítulo del que prefiere no hablar.
De la pastelería no quedaba nada, pero el nacimiento de su hija Marion poco después del fin de la contienda le devolvió la felicidad. Trabajó de gestor de ventas hasta 1974 y se jubiló a los 71 años. Veit prácticamente ya no sale a la calle y, desde su rincón preferido en casa, le gusta mirar por la ventana sobre la iglesia y la estación de autobuses. EFE
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