La retórica, y el verbo encendido son usados como estrategia
electoral por los populistas que buscan romper el paradigma de la
política tradicional, y en la mayoría de los casos tiene un efecto
positivo en sus campañas. Llegan a gobernar.
El nuevo populista, el más controversial, radical e inquietante
emerge en Estados Unidos ante los ojos expectantes del mundo. Donald
Trump pasó de ser un magnate con un discurso amenazador del que se
burlaban los medios, al candidato fuerte de los republicano, con
opciones de competir con Hillary Clinton la presidencia de la primera
potencia mundial.
De Trump puede decirse que es rechazado por el stablishment,
pero aclamado por el grueso del “proletariado”. Su discurso fue
subestimado por la opinión pública y los políticos estadounidenses, pero
lo cierto es que Trump ha sabido hablarle a la clase media blanca, a
través del rechazo que le produce al electorado el stablishment estadounidense, tras ocho años de medidas para contener una crisis económica que no termina de diluirse.
El discurso del multimillonario empresario va dirigido a la población
trabajadora que abarca el extenso territorio que va desde Ohio hasta
Florida. “Trump promete reducir los impuestos que pagan las familias que
ganan menos de 50 mil dólares al año.
En el plano comercial, mantiene
un discurso populista que hace temblar a los mercados cuando se opone a
los tratados de libre comercio - en particular los firmados por (Barack)
Obama - alegando que esos acuerdos han dejado sin empleo a millones de
estadounidenses“, explica Luis De Lion, abogado especialista en Derecho y
Política Internacional.
Y su arenga parece estar dando resultados. Trump ha establecido un
nuevo récord de votos en las primarias por la candidatura presidencial
republicana con 10.924.682 sufragios. La anterior marca la tenía George
W. Bush con 10 millones 800 mil votos en 2000. En función a ello, el
candidato cree que no necesita el apoyo del partido, y la unidad frente a
su nominación para ganar la presidencia, pero al analizar el
comportamiento total del electorado republicano se observa que 14.584.570 personas prefirieron cualquiera de los otros tres precandidatos (Ted Cruz, Marco Rubio y John kasich), según las estadísticas de Real Clear Politics.
Algunos expertos ven claros paralelismos entre ese estilo de hombre
fuerte y de retórica encendida que utiliza Trump y Hugo Chávez,
presidente de Venezuela entre 1999 y 2013. Tanto Chávez –en su momento-
como Trump enfocan su discurso en las personas que se sienten excluidas
de los recursos económicos.
Coincidencias y diferencias
Ambos hombres tienen más en común de lo que ellos mismos estarían
dispuestos a reconocer. “(Hugo) Chávez no tenía ninguna experiencia
política antes de ser presidente, igual que Trump. Ambos controlan con
gran destreza la muy poderosa herramienta que es la televisión (para
influir en las masas). Son monstruos de la demagogia y el populismo.
Pero el candidato Chávez del 98 no fue tan frontal ni tan apocalíptico
como lo está siendo Trump“, advierte De Lion.
Sin embagro, existen diferencias entre ellos que van más allá de sus orígenes. El stablishment
venezolano llevó a Chávez en los hombros hacia el poder, a Trump lo
combate, lo desafía y lo enfrenta. Por ello, se ha erigido como el
candidato anti stablishment, recuerda el internacionalista.
Pero Trump va más allá. Le ha funcionado la fórmula de venderse como
un líder anti Obama, en una sociedad que no cree que sea suficiente el
crecimiento económico que ha generado su administración: en los últimos
cinco años su Gobierno ha generado 11 millones de empleos, y su Producto
Interno Bruto (PIB) ha tenido un crecimiento económico superior al 2%.
En las relaciones internacionales, Trump quiere acabar con la OTAN,
“una medida aislacionista y nacionalista, que muestra cómo le daría la
espalda sin remordimientos a sus aliados históricos. Los considera una
carga” enfatiza el experto.
Volviendo a las similitudes con el expresidente venezolano, Trump no
la ha tenido tan fácil ni social ni mediáticamente. “En Venezuela
aplicaron la irresponsable fórmula nihilista que significaba optar por
un militar como presidente. Mientras que en EEUU las bases no están
cómodas con la candidatura del magnate. Chávez como presidente se
convirtió en un político entreguista, mientras que Trump aspira hacer
buenos negocios y obtener grandes recompensas para los EEUU. El
multimillonario aspira implementar la business - diplomacia, el militar
implementó la petro - diplomacia” sentencia.
Una hipotética presidencia de Trump contaría con una mayoría
republicana que paradójicamente podría frenar sus provocadoras ideas: la
construcción de un muro en la frontera con México, proclamar una
legislación antimusulama y derogar el Obamacare, porque si algo saben en
Estados Unidos es cómo la presidencia es limitada por el Congreso.
Basta recordar las promesas que hizo Obama durante su campaña de 2008:
cerrar la cárcel de Guantánamo, retirar a las tropas de Irak, entre
otras medidas populistas que no pudo llevar a cabo.
El resto de los gobernantes populistas de la región: Néstor Kirchner,
Cristina Fernández de Kirchner, Rafael Correa, Evo Morales, y Daniel
Ortega principalmente, han sido satélites del castrismo. “Todos sin
excepción estaban bajo la influencia castrista y al servicio de la
tiranía habanera. Trump, al contrario, se perfila como un presidente que
estaría solo al servicio de su propio e infinito ego”, sentencia el
internacionalista.
Trump y Putin podrían ser aliados
Aunque Trump considera a sus aliados como una carga, paradójicamente
podría llevar muy bien con (Vladimir) Putin, advierte De Lion.
De hecho, en varias ocasiones han dado mostrado simpatía mutua: "Somos muy diferentes, pero nos llevaríamos muy bien juntos", dijo Trump durante su campaña por la nominación republicana.
Mientras que Putin aseguró darle la bienvenida a las intenciones de
Trump de llevar las relaciones con Rusia a otro nivel. “Estamos abiertos
y trabajaremos con cualquier presidente por el que vote el pueblo de
Estados Unidos", declaró el mandatario ruso.
Bajo ese temor que podría generar una alianza Trump – Putin, en
Lituania expusieron un grafiti de ambos políticos besándose en la boca.
Dominykas Ceckauskas, dueño del local de comida rápida donde se ubica
la controversial imagen contó a AFP que en Lituania tienen la sensación
de tener una nueva Guerra Fría, y “Estados Unidos podría tener un
presidente que busca hacerse amigo de Rusia”, sentenció.
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