Hablar en nombre del pueblo siempre
ha sido una tentación para líderes políticos de cualquier tendencia. En
campañas electorales es común que candidatos sucumban a la tentación
demagógica de prometer lo que esperan escuchar las masas: menos
impuestos para la clase trabajadora, más impuestos para los ricos;
aumento de beneficios económicos, planes de salud, vivienda,
reivindicaciones sociales. Ninguna sorpresa que eso ocurra en cualquier
campaña electoral.
No obstante, el problema comienza a agravarse cuando por “invocar la
voluntad del pueblo” se actúa o se utiliza una retórica en contra de las
instituciones y de la legalidad. Es momento de encender las alarmas
cuando aparecen líderes carismáticos que dicen encarnar el sentir
popular y en su afán por movilizar a las masas, no tienen problemas con
proponer eliminar cortapisas democráticas para lograr lo que consideran
son demandas legítimas del “pueblo”. De esta manera se abre un peligroso
camino hacia una tiranía.
El populismo se combate atacando las causas que le dan fuerza. Es decir,
en una sociedad donde se atienden las principales demandas de la
población, donde existen instituciones democráticas fuertes, donde se ha
avanzado en términos de educación y de madurez política, difícilmente
triunfará el populismo
El discurso de los populistas se basa en frases efectistas que logran
calar en un electorado receptivo; pero detrás de esas frases, el
peligro está en que no suelen encontrarse programas serios para ninguno
de los problemas que el líder populista dice enfrentar.
Señala el historiador mexicano Enrique Krauze que “el populista no
sólo usa y abusa de la palabra: se apodera de ella. La palabra es el
vehículo específico de su carisma. El populista se siente el intérprete
supremo de la verdad general y también la agencia de noticias del
pueblo. Habla con el público de manera constante, atiza sus pasiones,
"alumbra el camino", y hace todo ello sin limitaciones ni
intermediarios”. En la actualidad, las redes sociales son un gran
vehículo para ese líder populista, que a cambio de aplausos es capaz de
incentivar el odio entre clases.
Afortunadamente, el populismo se combate atacando las causas que le
dan fuerza. Es decir, en una sociedad donde se atienden las principales
demandas de la población, donde existen instituciones democráticas
fuertes, donde se ha avanzado en términos de educación y de madurez
política, difícilmente triunfará el populismo.
0 comentarios:
Publicar un comentario