De acuerdo a expertos en psicología social, se están produciendo “mini-explosiones” que amenazan con incendiar la calle.
Un grupo de manifestantes opositores al gobierno de Nicolás Maduro realiza una protesta en el sector de Altamira en Caracas |
El Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS) destaca
que en los primeros dos meses del año se registraron 1.014 protestas y
64 saqueos en todo el país. La fiscal general de la República, Luisa
Ortega Díaz, informa que su despacho investiga 74 casos de linchamientos
que han cobrado la vida de 34 personas entre enero y abril. Y, todavía,
hay gente que dice que en Venezuela “no pasa nada”.
“Tenemos un fantasma en la memoria que es el ‘Caracazo’”, comenta la
psicólogo clínico Yorelis Acosta, investigadora del Centro de Estudios
del Desarrollo (Cendes) de la Universidad Central de Venezuela. Con el
nombre de ‘Caracazo’ se conoce a las protestas violentas ocurridas entre
febrero y marzo de 1989 contra el Gobierno del presidente Carlos Andrés
Pérez, que dejaron centenares de muertos y desaparecidos.
Desde hace 27 años, el debate público venezolano ha estado marcado
por aquellos acontecimientos y muchos esperan el advenimiento de un
segundo ‘Caracazo’, más ahora que el país presenta los peores
indicadores económicos y sociales de los últimos 50 años, con una tasa
de inflación oficial que alcanzó 180,9% en 2015.
Protestas por la falta de insumos en los hospitales y medicinas. |
Sin embargo, Acosta cree que mientras los expertos discuten sobre la
posibilidad de un gran reventón popular, en el terreno ya se suceden
diariamente “mini-explosiones” que carecen de articulación pero
demuestran la agudización del malestar general ante la crisis.
“Son dos tiempos no comparables, 1989 y 2016. Tenemos un Gobierno que
muestra las garras, que reprime, pero pienso que ya estamos viviendo
ese estallido.
No podemos decir que los venezolanos nos hemos
acostumbrado a esta situación”, advierte la académica, que sustenta su
afirmación en el aumento de las protestas ciudadanas por la escasez de
comida y los cortes eléctricos, entre otros males.
Acosta considera que en la actualidad se desarrolla un “nuevo formato
de protestas”, menos multitudinarias, que tratan de evitar la violencia
y se concentran en demandas particulares. “El Gobierno nos llevó a
preocuparnos por las necesidades más básicas, retrocedimos en materia de
civilidad”, subraya.
Miembros de la Federación Médica Venezolana acompañados de civiles participan en una manifestación por escasez de medicamentos e insumos médicos, en la ciudad de Caracas. |
La irritación popular avanza sin conducción política ni organización.
La profesora del Cendes estima que los partidos políticos de la Unidad
Democrática deben remozar sus convocatorias para conectar con el
sentimiento de las mayorías. “Hay un sufrimiento muy grande, es una
tragedia en cámara lenta”, observa.
Paralizados
Para comprender el comportamiento del pueblo venezolano ante la
llamada revolución “bolivariana”, el psicólogo Axel Capriles cita,
precisamente, al Libertador en Angostura: “Nada es tan peligroso como
dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo
se acostumbra a obedecerle (…)”.
Los pobladores del estado Táchira saquen un camión de carne tras un accidente |
“Si comparamos los niveles de vida entre la Venezuela de 1998 (antes
del ascenso del chavismo) y la actual, es evidente que nos hemos
adaptado poco a poco a situaciones que eran anteriormente impensables.
No creo que nos hayamos resignado, en el sentido de que la mayor parte
de la población repudia la situación actual y espera que el Gobierno y
el país cambien, pero hemos sido, sin duda, sumamente pasivos”, analiza
Capriles.
El autor de La picardía del venezolano o el triunfo de Tío Conejo y Las fantasías de Juan Bimba,
aclara que “nuestra condición no difiere de las de otras naciones.
Mientras más pobres y míseros son los pueblos, más dependientes son y
más se someten al poder”.
Saqueos en el oriente de Venezuela |
Una expresión salta de boca en boca en las conversaciones entre los
venezolanos: “¡este país no aguanta más!” ¿Será así? Capriles tiene esta
respuesta: “La gente acumula humillaciones y penurias, y la olla de
presión, por lo general, no estalla de manera autónoma. Lo que vemos en
la historia de las revoluciones y alzamientos contra el poder, es que es
preciso que exista un liderazgo político que de ilación política al
descontento popular. Se requieren agitadores para movilizar a la gente
hacia un objetivo político. Y en eso, el liderazgo de la oposición ha
sido tremendamente complaciente, débil”.
El experto opina que la oposición venezolana “ha desaprovechado el
altísimo nivel de descontento” que existe, y afirma que “si no hay
canalización de la energía colectiva hacia un fin particular, el
estallido popular será un acto invertebrado y deshilvanado”.
Bomba de tiempo
“Durante el dominio del comunismo en Europa del Este nadie podía
imaginarse, para citar solo dos ejemplos, que gobiernos tan poderosos y
represivos como los de Erich Honecker, Alemania Oriental, y el de
Nicolae Ceausescu, Rumania, serían derrocados por unos pueblos que
durante más de cuarenta años habían sido sometidos por los aparatos de
seguridad del Estado policial que esos regímenes dictatoriales habían
levantado”, recuerda el sociólogo Trino Márquez.
El doctor en Ciencias Sociales indica que tampoco nadie previó la
irrupción del “Caracazo” en 1989. No obstante, insiste, las condiciones y
los tiempos son distintos.
“Quienes se montaron en la ola de violencia
popular desatada en febrero del 89 formaban parte de algunos de los
grupos y partidos que hoy se encuentran en el Gobierno. En aquel momento
había en los anaqueles muchos productos que podían saquearse (ahora
no); y, lo más importante, los dirigentes de la Unidad Democrática
rechazan la violencia y propician una salida pacífica, democrática,
electoral y constitucional a la crisis.
En cambio, quien estimula la
violencia por diferentes vías es el Gobierno”.
Manifestación en contra de la inseguridad en Caracas. |
Márquez concluye que “en las condiciones actuales que vive Venezuela, no
puede descartarse que se produzca eventualmente una explosión social de
proporciones gigantescas.
El pueblo no se ha habituado a vivir en medio
de las restricciones impuestas por el régimen. De hecho, todos los días
hay mini-estallidos: saqueos, asaltos de camiones cargados de víveres,
peleas en las colas, cierre de calles y autopistas, y protestas de
distintos tipos. Es imposible prever cuando esos mini-estallidos pueden
transformarse en un macro-estallido”.
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