La salida de Juan Carlos Monedero de la
dirección de Podemos se formalizó el pasado jueves aunque lleva meses
gestándose dentro de la organización. Nadie expulsó abiertamente al
politólogo, que ya había abierto una reflexión personal sobre su futuro
y, según su versión, se sentía incómodo en la primera línea de la
actividad política. No obstante, hay que leer su dimisión en un contexto
de pulso, a veces soterrado, a veces sin disimulo, con miembros de la
Ejecutiva y el Consejo Ciudadano, en la que los dirigentes más
determinantes para la estrategia del partido son Íñigo Errejón y
Carolina Bescansa, publica El País.
El número dos de Podemos, Errejón, es secretario de Política
y, después de Pablo Iglesias, el máximo responsable del proyecto.
Coordina la campaña electoral de las elecciones autonómicas del 24 de
mayo, una cita decisiva para el futuro de la formación, y supervisa
todos los mensajes clave, impulsando un giro hacia la centralidad y el
tacticismo. El redactor del programa marco de esos comicios, que se
presentará el martes, ha sido, en cambio, Monedero. Aunque este
dirigente redujo su presencia pública en los últimos meses, tras el
enfrentamiento con el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, su figura
sigue teniendo una dimensión simbólica importante para entender el
partido. Y sus críticas a la estrategia, formuladas horas antes de
presentar a Iglesias su renuncia, representan un golpe al proyecto
actual de Podemos.
Pero en este proceso hay más elementos, y en él pesan los equilibrios
y las relaciones internas. Si Monedero estaba decepcionado con los
argumentarios, el torbellino de la política activa y lo que llamó
“vorágine del aparato” o “partitocracia”, también en la organización se
respiraba incomodidad con algunas de sus actitudes. .
Tras conocerse, en enero, los cobros de más de 400.000 euros por
trabajos de asesoría para los Gobiernos de Venezuela, Bolivia, Ecuador y
Nicaragua, el secretario de Proceso Constituyente pasó a un segundo
plano. Pero en la gestión de esa crisis, que culminó con una rueda de
prensa, se cometieron varios errores, según reconocen fuentes del
partido. Ya en aquel momento estuvo sobre la mesa y en las
conversaciones el papel que debía desempeñar Monedero. Finalmente,
prevaleció la estrategia de la resistencia. Es decir, ante lo que los
dirigentes de Podemos califican de “cacería”, en referencia a los
“ataques” de los medios y de los otros partidos al profesor de
Políticas, optaron por cerrar filas con él. Si esos golpes tenían
exclusivamente un blanco, según este relato, el sacrificio de Monedero
hubiera alentado nuevos ataques a otros cargos y portavoces del partido.
Además, esa decisión hubiera podido trasladar también una imagen de
debilidad.
El pasado jueves, después de lanzar sus críticas, había dirigentes de
Podemos que todavía circunscribían las afirmaciones de Monedero a una
reflexión personal. El profesor de Políticas, que a menudo actuaba al
margen de la organización, tenía que consultar su decisión con su
círculo de confianza. Lo hizo con el propio Pablo Iglesias, quien aceptó
su dimisión. A pesar de estos mimbres, y de la amistad que ambos
aseguran compartir, también queda en el partido la interpretación de que
la dirección de Podemos ha dejado caer a Monedero. Y que ahora, con él
en un segundo plano, comienza una nueva etapa en la que resulta esencial
el control de daños.
En menos de una semana comienza la campaña electoral, y ayer Iglesias
confió en que la dimisión de Monedero no afectará al resultado de la
formación en las próximas elecciones autonómicas y municipales. “Creo
que no”, afirmó ayer en una concentración de apoyo a los técnicos de
subcontratas de Telefónica en huelga. “Nosotros vamos a seguir
trabajando para ganar”, mantuvo el líder de la formación, quien además
aseguró que se emocionó al leer la carta, llena de elogios, que escribió
el responsable del programa en su blog. El secretario general envió
otra carta a los simpatizantes de Podemos explicando algunas de las
circunstancias de la dimisión. “Desde hace meses venía hablando con él
de las dificultades que estaba viviendo a raíz de pertenecer a la
dirección de Podemos… Juan Carlos y yo pensamos hace tiempo que él no es
un hombre de partido”.
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