(Sabaneta, 11 diciembre EFE).- Aunque sus calles parecen respirar normalidad, la procesión se lleva por dentro en Sabaneta, el pequeño pueblo llanero que vio nacer al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, donde familiares y amigos han recibido con especial dolor su recaída del cáncer y lloran por su salud sin perder la fe.
Muchos no encuentran la palabra justa para definir su estado de ánimo
y se debaten entre la “consternación”, la “tristeza”, el “decaimiento” o
la “amargura” por el miedo a perder no solo a su presidente y líder,
sino al hijo, hermano, primo o amigo.
“Estoy seguro y tengo la fe de que se va a curar”, dijo a Efe el primo mayor del mandatario, Adrián Frías, un productor agrario de 62 años, de baja estatura y espíritu jovial.
Sentado en el patio de su humilde casa y recordando con emoción
algunas batallitas compartidas con el que ha sido su “amigo, padre y
hermano”, Adrián cree que Chávez saldrá fortalecido de esta cuarta
operación en Cuba, aunque no logra esconder la angustia familiar.
“Toda la familia, por lo menos la parte de nosotros, los Frías nos
sentimos, por lo menos…”, dice perdiendo el aplomo y rompiendo a llorar.
“Para mí, Hugo es sagrado”, logra pronunciar con un hilo de voz.
Y es que “Huguito”, el “Tribilín” o el hijo del “Bachaco”, como lo
llaman cariñosamente en Sabaneta, tiene en su pueblo natal un grupo de
incondicionales que solo tiene buenas palabras y deseos para él.
Flor Figueredo, amiga de la familia y profesora jubilada de la
escuela Julián Pino -en la que Chávez terminó la primaria como el mejor
de su clase-, confiesa que no consiguió dormir la noche del sábado,
cuando el presidente anunció su recaída y nombró al vicepresidente, Nicolás Maduro, como su sucesor político.
“Decía yo: ‘Dios nos lo dio y nos lo va a quitar’. No, es
inconcebible. Dios no puede hacer eso… otro hombre, difícilmente habrá
como Hugo, otro presidente como él”, manifestó con ojos vidriosos esta
exdocente de 66 años.
Como Flor, todos aquellos que formaron parte de la vida de Chávez en
Sabaneta expresan el orgullo que sienten de ser parte del relato vital
del líder socialista y comparten con ilusión las menciones que les ha
hecho en televisión.
“Si él logra pararse el 10, lo demás es pan y cebolla”, considera su gran amigo de
infancia Alfredo Aldana al referirse al acto de investidura previsto
para el próximo 10 de enero, que abre el nuevo periodo presidencial de
seis años más.
“Ese cáncer ya hubiera matado a cualquier otro, lo que pasa es que
Hugo Chávez no tuvo reposo y es un ser humano”, apuntó este exentrenador
de voleibol de 61 años, tan impetuoso y carismático como Chávez, quien
es padrino de cuatro de sus hijos.
Para combatir la impotencia ante la inesperada enfermedad que afectó
al gobernante, las oraciones son el remedio al que muchos acuden en
Sabaneta.
Telma González, novia de Chávez en su juventud, ya le ha dedicado
varias vigilias hasta altas horas de la madrugada confiando en que “no
se lo lleven de este lado”.
“No lloremos la enfermedad de él porque si nosotros la lloramos, más tristeza le llega a él. Tenemos que mandarle nuestra energía positiva”, consideró esta bibliotecaria jubilada de 59 años de grandes ojos verdes.
Pero no solo a través del rezo se disponen desde la caliente llanura
venezolana a ayudar a Chávez; Adrián Frías está convencido de tener en
sus manos “la cura” a la enfermedad del presidente.
Por fin consiguió un “hueso de tigre” para que su primo Hugo se lo
tome “ralladito” dos veces al día, una técnica usada en la India y que
él jura que ya ha demostrado sus efectos milagrosos en otros enfermos de cáncer del pueblo.
Pero entre episodios mágico-religiosos y el fervor chavista, también hay entre los 28.000 habitantes de Sabaneta quienes no comparten el amor por Chávez, aunque le desean “larga vida” como Ramón Vargas, secretario general local del partido tradicional opositor Copei.
Pero entre episodios mágico-religiosos y el fervor chavista, también hay entre los 28.000 habitantes de Sabaneta quienes no comparten el amor por Chávez, aunque le desean “larga vida” como Ramón Vargas, secretario general local del partido tradicional opositor Copei.
“Aquí una gran mayoría estamos incrédulos todavía de la enfermedad del presidente. Con tantas mentiras que ha metido, no se le puede creer, ahorita yo no le creo”, afirma.
Los que sí le creen, no obstante, se aferran fuertemente a la fe.
“Han sido muchas batallas las que él ha librado y creo que de ésta, con el favor de Dios y de la virgen, sale bien”, deseó la maestra Flor
0 comentarios:
Publicar un comentario