San Francisco/Berlín, 25 ago (dpa) – “Boy, have we patented it!” (¡lo
hemos patentado!), dijo Steve Jobs al presentar al mundo a principios
de 2007 el primer iPhone. El fundador de Apple lo comentó sonriendo,
pero la frase no era otra cosa que una advertencia a los competidores.
En aquel momento, el teléfono, con su gran pantalla sin botones,
fue motivo de burla por parte de la competencia. Pero poco después quedó
claro que sería el iPhone el que marcaría el ritmo en el sector de los
smartphones. Y Jobs se puso furioso al descubrir que muchos aparatos de
las otras empresas eran sospechosamente similares al iPhone.
Al vehemente Jobs le molestaba en particular el éxito del sistema operativo Android de Google. “Es
un sistema robado”, afirmó, según se señala en su biografía aparecida
el año pasado. Jobs incluso llegó a amenazar con una “guerra nuclear”
para destruir Android, a lo que siguieron denuncias contra las empresas
fabricantes de teléfonos que lo utilizan, como Samsung, Motorola o HTC.
Éstas respondieron con sus propias demandas y se desató una
auténtica guerra de patentes. Jobs murió en octubre pasado, pero su
sucesor, Tim Cook, siguió adelante con la espada en alto, si bien un
poco contra su voluntad.
Entretanto hay decenas de demandas y contrademandas, muchos fallos
y órdenes de retirar aparatos, varios cientos de miles de dólares en
pago a abogados, así como diversas limitaciones para los consumidores.
Los nueve jurados descartaron todas las acusaciones contra Apple del mayor fabricante de teléfonos del mundo.
Pero, ahora, por primera vez, Apple consigue una gran victoria
tras varias menores: un jurado de California consideró probado que
Samsung robó numerosas patentes y le otorgó a la compañía de la manzana
más de mil millones de dólares de indemnización.
En cambio, los nueve jurados descartaron todas las acusaciones contra Apple del mayor fabricante de teléfonos del mundo. Cook habló de una victoria para los valores de su compañía como originalidad e innovación.
La sentencia en San Jose se anunció a pocos kilómetros de la sede
de Apple en Cupertino, y justo en el primer aniversario del traspaso de
poder de Jobs a Cook. No está claro si se tratará de un elemento
decisivo que llevará al final a un acuerdo, o no. Samsung anunció de
inmediato que no está dicha la última palabra en el caso.
Una multa de mil millones de euros es dura para Samsung, pero no imposible de pagar. Los
aparatos que protagonizaron la demanda presentada el año pasado ya casi
no tienen peso en el mercado de los celulares, que se transforma a una
enorme velocidad. La firma surcoreana ya los ha sustituido por otros, y
una apelación podría demorar el caso durante años.
En cambio, el mucho más difícil para los surcoreanos librarse de
la mácula en su imagen. Porque Samsung quiere ser considerada una
empresa innovadora y no como una simple copiadora, tal como la
retrataron los nueve jurados.
Además, el caso muestra a otros fabricantes que es posible ganar un juicio por patentes contra la competencia. Hacen falta mucho tiempo y dinero, pero Apple los tiene.
¿Podría ahora Samsung reconsiderar el pago de una licencia a Apple
de 24 dólares por aparato para evitar más querellas? Porque ya hay otro
caso que enfrenta a las dos compañía por otras patentes ante el mismo
tribunal de California. Y porque las dos son rivales, pero también
socias: Samsung fabrica componentes clave del iPhone y el iPad, como las
pantallas o los chips.
Tim Cook declaró hace poco que odia los juicios por patentes, pero
que Apple no puede seguir siendo el desarrollador al que copien todos. Y
quiere asegurarse su futuro, pues la competencia por los usuarios que se pasan de los teléfonos sencillos a los inteligentes apenas está empezando.
Se trata de cientos de millones de futuros clientes, ante lo cual
los mil millones de multa a Samsung se antojan poco. Y Apple tampoco los
necesita, pues se sienta sobre una montaña de 117.000 millones de
dólares.
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