BOGOTA (AP) - Tras dos años de seguimientos e interceptaciones a las comunicaciones de sus colaboradores más cercanos, el jefe de las FARC Alfonso Cano cayó desarmado al recibir tres balazos de fusil del Ejército, según detalles del operativo militar revelados el sábado.
Funcionarios narraron a la AP cómo el jefe rebelde fue muerto de tres tiros de fúsil, probablemente de un Galil de tropas de asalto del Ejército que llevaban varios tipos de arma y munición.
Los balazos impactaron a Cano en el lado derecho del cuello, en la ingle y en la cadera.
Las tropas se confundieron al ver al buscado jefe de las FARC sin su tradicional espesa barba, pero para agentes del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de la Fiscalía General, y que fueron llevados a la zona para identificar el cuerpo a través de las huellas dactilares, no cabía duda: el cadáver que se encontraron el viernes por la noche en un paraje de la localidad de Suárez, en el departamento de Cauca, a unos 350 kilómetros al suroeste de Bogotá, era el de Cano.
“Al ‘ojimetro’ (o a primera vista), sabíamos que era él; como (su muerte) no fue con bomba, el cuerpo no estaba destrozado”, dijo Maritza González, directora nacional del CTI de la Fiscalía.
Desde hace dos años, narró la funcionaria, seguían las pistas del jefe rebelde. Con información de guerrilleros desmovilizados interceptaron al menos 300 líneas telefónicas que eran usadas por los colaboradores de Cano, pero no del mismo líder rebelde que escasamente usaba celulares o satelitales.
“Era muy complicado que lo escucháramos (por teléfono) a él (Cano); eran líneas (telefónicas) de gente muy cercana a él. Era gente de su seguridad más que todo“, dijo González.
Varias operaciones ubicaron en el pasado el sitio donde estaba Cano pero fallaron entre otras razones por el clima: intensas lluvias y las escarpadas montañas de la región lo ayudaron a escapar, dijo González.
“Cano se escapó antes porque le favoreció el clima; esa época de invierno (de lluvias) fue fatal para nosotros; la suerte estuvo del lado de él”, agregó.
La buena estrella acompañó a Cano hasta la mañana del 4 de noviembre, horas antes de ser liquidado había logrado sobrevivir a un bombardeo de la Fuerza Aérea porque “la bomba no pegó en la casa en donde él estaba”, dijo González.
Entonces el jefe guerrillero, visto como del ala intelectual de las FARC, “salió sanito con otras dos personas” del bombardeo perpetrado por aviones Tucano.
“Todo parece indicar que se escondió todo el día”, narró González.
Pero la buena suerte se le acabó
“Anoche, a las ocho de la noche, salió solito” y caminó a un pequeño riuachuelo. “El tipo parece que se desorientó y los centinelas (militares) que estaban haciendo el cubrimiento por tierra lo observaron” y hubo un combate entre algunos guerrilleros del cerco de seguridad de Cano y los militares y allí cayó el jefe rebelde herido de muerte, agregó la funcionaria.
El líder insurgente estaba desarmado, dijo González.
Fueron cinco militares los que rodearon a Cano, explicó el comandante de la Aviación del Ejército, general Gabriel Rey. Pero en la zona estaban al menos 80 militares.
Junto a Cano cayeron otros tres rebeldes (dos hombres y una mujer), detallaron Rey y la directora del CTI. Inicialmente las autoridades habían informardo de otro guerrillero muerto, pero los funcionarios aclararon que fueron sólo tres.
En el área donde estaba el jefe rebelde las autoridades encontraron siete computadoras, 39 memorias USB y 194 millones de pesos (unos 102.000 dólares), según ha dicho el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, al resaltar que todas las operaciones en contra a Cano fueron planeadas y ejecutadas por personal colombiano.
Las autoridades mantienen en reserva el tipo de información contenida en esos computadores y dispositivos de almacenamiento, que en el pasado, en el caso de otros jefes rebeldes abatidos, han sido cruciales para conocer relaciones, acciones y planes de las FARC.
Sin embargo, el gobierno del presidente Juan Manuel Santos ha guardado con sigilo el contenido de 14 laptops y 60 memorias USB hallados en el campamento de Jorge Briceño, alias “Mono Jojoy”, el jefe militar de las FARC, abatido en septiembre del 2010 en el sur del país.
El material de correos y mensajes hallado en los al menos tres computadores de Raúl Reyes, el primer miembro del “secretariado” o comando colegiado de siete miembros, abatido por la fuerza pública en marzo del 2008, fue publicado parcialmente por el entonces gobierno del presidente Alvaro Uribe (2002-2010), lo cual evidenció relaciones de las FARC con funcionarios de gobiernos como el de Venezuela y Ecuador, entre otros, que causaron crisis en los lazos diplomáticos.
Al inicio de su gobierno en agosto del 2010, Santos se dedicó a enmendar relaciones con Caracas y Quito y a partir de entonces privó la discreción respecto al contenido de las computadoras del “Mono Jojoy”.
Santos se apresuró a decir que a pesar de que la muerte de Cano es un golpe para las FARC, se deben evitar los excesos de triunfalismo.
“Gracias (a) su perseverancia (de los militares y policías), a su coraje, se logró este gran golpe. Un golpe histórico para las Fuerzas Armadas de Colombia”, dijo el presidente la noche del viernes en una breve declaración desde el balneario de Cartagena.
Pero, “no debemos ser triunfalistas. Todo lo contrario: debemos perseverar. Debemos insistir hasta traerles a los colombianos un país en paz. Un país donde todos, unidos, podamos trabajar por un futuro mejor”, agregó.
Con Santos coincidó el ex alto comisionado para la Paz, Camilo Gómez, quien dijo en diálogo telefónico el sábado que “para las FARC este es simplemente un hecho más de la guerra”.
Pero para Fernando Londoño, ex ministro del Interior (2002-2003), “las FARC se acabaron, este es el golpe definitivo… como institución con algún espíritu político”.
En su concepto, “no es posible que las FARC consigan un nuevo líder”.
El gobierno de Santos ha mantenido estar dispuesto a diálogar siempre que los rebeldes muestren querer la paz a través de gestos como liberar a todos los secuestrados en su poder.
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